LA VACUNA PERONISTA

¿Existe el tiempo? ¿Cómo se mide? ¿El tiempo se mueve y por eso nos movemos? ¿O según cuanto nos movamos nosotros es lo que hace al tiempo correr?

Autor invitado: Diego Barresi*
Estamos a mitad de año, pasaron 7 meses de este 2020 y no hay día que no nos detengamos a pensar que fecha es. Pensar que ya estamos en el invierno, que pasamos la mitad del año, y no pudimos ni quisiera empezar por algunos de los objetivos que nos planteamos cuando festejamos fin de año. Quién imaginaría que las noticias sobre un virus que se “expandió” desde una comida típica del país oriental, que nos llevaba a hacer chistes durante nuestro verano, hoy nos lleva a ser parte de una pandemia mundial y nos hace preguntar todos los días, ¿cómo va a ser el mundo después de la cuarentena?

El 20 de marzo, con las primeras noticias de contagios de covid-19 llegando a nuestro país, el Presidente Alberto Fernández encabezaba una conferencia de prensa junto a distintos responsables políticos, anunciando el inicio del “aislamiento social preventivo y obligatorio”.
Rodríguez Larreta (PRO) Jefe de Gobierno de la Capital Federal, Axel Kiciloff (Kirchnerismo) Gobernador de Buenos Aires, Omar Perotti (Gobernadores peronistas) Gobernador de Santa Fe y Gerardo Morales (Ucr-Pro) Gobernador de Jujuy en una misma foto junto al Presidente Fernández, planteaban un marco político de cara a todo el pueblo argentino. La responsabilidad institucional y social pretendía terminar con la grieta, en pos de cuidar a cada uno de los más de 45 millones que habitamos este suelo. Las medidas sanitarias de prevención, estaban por sobre cualquier política económica que empuje a un colapso a nuestro humilde y desfinanciado sistema de salud. Pero con el vuelo gallináceo que viene evidenciando nuestra dirigencia política, eran  de esperarse las operaciones políticas sobre la crítica y el rol del gobierno argentino con respecto a la economía y sus números descendientes. Por supuesto, no podemos ser tan injustos y no reconocer a los mejores aliados que tienen algunos muchachxs de la oposición para este trabajo: los medios de comunicación. La inexistencia del virus, el movimiento anti-cuarentena, la inyección de “miedo” a la población para dominarla, plantear que la sociedad no se está muriendo por el coronavirus pero sí de hambre, y muchas otras frases le dan cuerpo a la idea de una  “infectadura”. El gobierno argentino no sólo que prioriza la vida humana por sobre la economía para combatir el virus, sino que además debe lidiar día a día con cuestionamientos de quienes llevaron al Ministerio de Salud a una simple secretaría y desfinanciaron la ciencia.

Pero como todo, estas teorías no nacen de quienes “sienten angustia por no visitar a una sobrina”. El mensaje unificado de los lacayos de los sectores económicos mundiales es la apertura del comercio para reactivar la economía, olvidando el hashtag #QuedateEnCasa de hace dos meses, siendo consecuentes con su visión ideológica de que el virus afecta fundamentalmente a los que no consumen y no producen, por lo tanto no es determinante. Sin tener como factor esencial la baja en las cifras de contagios ni muertes, al contrario en países donde cada vez se elevan más, las exigencias de los gobiernos neoliberales y de la economía dominante es que reabran las fábricas, shoppings, oficinas, restaurantes, bares y espectáculos, porque para ellxs lo más importante no es el ser humano como tal, sino el consumidor del sistema.

Entonces, a pocos días de haberse cumplido los 204° años desde la firma del acta de nuestra independencia… ¿Cómo se posiciona Argentina en este nuevo proceso geopolítico pos pandemia? ¿Es el coronavirus el golpe knockout que los movimientos de izquierda no pudieron darle al sistema capitalista o es solo transformar el capitalismo financiero en un capitalismo más humano con eje productivo? ¿Cuál va a ser el rol del estado en este nuevo proceso? ¿Se logrará uno de los tantos augurios de Guillermo Moreno para peronizar al mundo? ¿O seremos espectadores de lujo en un nuevo devenir del sistema capitalista y sus formas para reinventarse y continuar con su modelo de explotación mundial?
En todos los procesos de tensión internacional Argentina puede, o al menos tiene los elementos necesarios para posicionarse. Los recursos naturales, humanos y su capacidad ociosa, le permite desarrollarse y convertirse en factor de productividad como pocos países en el mundo. Pero… ¿podemos pensar en una post-pandemia en clave Peronista?

En términos políticos, el coronavirus no sólo arrinconó en la esquina a la globalización y su libre mercado, sino que además desordenó el orden económico con empresas al borde de la quiebra, deudas y un parate comercial dando lugar a medidas proteccionistas. La comisión Europea hoy discute una especie de nacionalización y/o intervención de los Estados para dichas empresas, considerando no sólo su aporte financiero, sino también tomar una participación en el accionar de ciertas empresas estratégicas para garantizar el aporte al funcionamiento de la economía de la Unión Europea. En el caso de Italia y España (de los países más golpeados por la pandemia), ya anunciaron la nacionalización de la compañía aérea Alitalia. El estado francés, ya es accionista de referencia en empresas claves en diversos sectores estratégicos: grupo Engie (energías), Orange (telecomunicaciones), Air France (aerolíneas). Hoy, en el viejo continente, se visualiza y profundiza una situación que cruzando el océano Atlántico, ya venía sucediendo desde el día uno del gobierno de Donald Trump: el objetivo de reindustrializar a los Estados Unidos, la política fiscal expansionista , la exigencia permanente a la independiente Reserva Federal para que recorte la tasa de interés, el proteccionismo comercial.

Ahora, con todas estas medidas mencionadas, y con una sociedad argentina que toma como ejemplo a Estados Unidos y que sueña con ser un país de Europa… ¿Cómo se entiende que se movilice al Obelisco a pedir por el fin de la “dictadura K”, que viene a abolir la propiedad privada e interviene y expropia a una empresa modelo como Vicentin? ¿Son estos los hijos y los nietos del bombardeo a Plaza de Mayo? Ese será otro análisis que abordaremos en otra ocasión.
El golpe a la economía nos aporta un amplio análisis y totalmente discutible. “Es muy difícil hacer predicciones y sobre todo con respecto al futuro” dice una frase de Niels Bohr, pero toda previsión futura será incierta si ignoramos la capacidad agresiva de quienes puedan administrar esta extrema precariedad. Por lo cual, basado en las experiencias de lo que el capitalismo ya ha hecho para reciclarse y reinventarse,  es innegable la necesidad de aprovechar el debate ideológico y político para avanzar en derechos y construir un mundo más humanitario, un salto evolutivo en el rol del estado con perspectiva productiva más que financiera.

Ahora bien, pensando en un mundo en clave Peronista, no es solamente el Estado y los acuerdos estructurales y comerciales los que van a generarle fisuras al sistema imperante de nuestros días. ¿Qué rol ocupa nuestra sociedad? ¿A qué se refieren cuando dicen el nuevo mundo post pandemia?
No hay más festivales de música, encuentros culturales, partidos de fútbol, misas, paseos de compras superpoblados, los aeropuertos están vacíos y va desapareciendo la figura de los travelers, los hoteles y centros de convenciones se transforman en centros de aislamientos y mientras tanto se incrementan exponencialmente los usuarios (por ende las ganancias) de Netflix, Amazon y otras plataformas como Zoom que paso de tener 10 millones de usuarios por día en 2019, a 300 millones en 2020. ¿Es el individualismo la salida al nuevo mundo por el cual se luchó o es solamente una fase más de este Ave Fénix llamado capitalismo?

Estamos en medio de un proceso de transición en estos últimos años, de un capitalismo de la precariedad (que engrosa sus ganancias a costa de la explotación, injusticia e inseguridad social y laboral), a un capitalismo de la prescindibilidad, en donde hoy se plantea que todo es temporal, donde se normalizó la idea que la precariedad es algo que llegó para quedarse, por ende el retroceso de derechos se naturaliza y se busca una salida que no luche por justicia o igualdad sino que se auto complace con el desarrollo de una sociedad. En toda América Latina, se observa el auge de la figura de emprendedorxs, teletrabajo, el take away, “líderes” de una nueva economía local, creativa, independiente, artística, diseñada por sí mismo. A la vista de falta de agrupamiento, pérdida de derechos laborales, nuevas discriminaciones de género y étnicas, el mundo empresarial explotador lo ve como intensidad en el uso del tiempo de los trabajadores. La uberización de la economía y la mentira de independencia y libertad,  esconde la reducción de costos empresariales y mayor flexibilización laboral; y desde la antropología, la vertiginosa sensación de autoexplotación sin saber cuánto durará lo que hacen ni cuánto tiempo se encontraran sin una nueva ocupación. Es decir, lo que años de lucha y organización gremial consiguió avances en derechos laborales, previsionales y de justicia en este sistema explotador, se va perdiendo pero con el aval de un concepto meritocrático e individualista. Porque además de las nuevas formas que el propio capitalismo genera para desplazar al ser humano y su rol productivo como el monotributo o el avance de la tecnología, también lo hace a través de avances culturales que incentivan una concepción unipersonal sobre la obtención del empleo, de ser “el propio jefe”, y hasta de trabajo a distancia sin representación gremial, ni aportes jubilatorios.

Para poder analizarlo desde la doctrina peronista, es necesario reflexionar sobre la relación que establece Perón entre el hombre (y la mujer) y las cosas, con los valores que construyen la política. En el libro llamado “Comunidad Organizada”, el General hace una amplia crítica al egoísmo y el individualismo: 
El egoísmo forjó la lucha de clases e inspiró los más encendidos anatemas del materialismo, es al mismo tiempo sujeto último del proceder ético. Corresponde seguramente una actitud ante esa disposición cerrada que produce la sobreestimación de los intereses propios […] combatir el egoísmo no supone una actitud armada frente al vicio, sino más bien una actitud positiva destinada a fortalecer las virtudes contrarias, a sustituirlo por una amplia y generosa visión ética.”
           El análisis del egoísmo junto al individualismo de las sociedades modernas, nos da lugar a lo que se le llama “homo economicus”. Este sujeto es una persona racional, quien pretende maximizar su utilidad, sus ganancias, incrementar sus beneficios personales, obtener los mayores réditos individuales con un esfuerzo mínimo. Este “homo economicus” no responde a un momento, coyuntura o sistema político; es movilizado por su propio interés personal y decide con total racionalidad, ponderarse por su propia felicidad. Esto produce que este ser humano, no permite pensar en función de una comunidad organizada, con objetivos colectivos, ya que niega realizar el esfuerzo en bienestar de los demás, de justicia, solidaridad, ambiental y/o emocional.
Esta concepción se ve claramente en las críticas que anteriormente nombrábamos (limitan mi libertad, hace tantos días que no tengo relaciones sexuales, etc.), planteos y argumentos falaces, que se enarbolan desde el sentido común, mientras que lo único que vislumbran es un profundo egoísmo y en muchos casos, odio hacia el otrx. Mientras que muchxs entienden la política como herramienta de transformación, donde el compromiso y la solidaridad llevan presentes más de 100 días, en ollas populares, viandas, merenderos, comedores, operativos de desinfección, voluntarios en los centros de aislamiento, operativos detectar y demás acciones con compromiso social donde la organización funciona como enlace entre el vecino y el Estado Nacional, Provincial o Municipal, el egoísmo sigue estando destinado a cargar de desigualdad en uno de los momentos más vulnerables de la historia reciente.

Perón plantea que “combatir al egoísmo no supone un actitud armada frente al vicio, sino más bien una actitud positiva destinada a fortalecer las virtudes contrarias, a sustituirlos por una amplia y generosa visión ética”. Esta actitud positiva, es la que plantea y alimenta la lucha de un mundo más justo. Los científicos que fueron expulsados del país y que en los últimos años les desfinanciaron sus proyectos, teniendo que ir a programas de preguntas y respuestas, para que el azar pueda darle una vuelta de tuerca y así poder solventar la cura de una enfermedad, son los que hoy buscan encontrar respuestas a la urgencia del cuidado de nuestra Patria y levantan la bandera de la soberanía tecnológica con su profesionalismo y virtud tanto ética como política.

Porque este proceso de transformación del sistema capitalista, no sólo requiere de conceptos humanitarios y productivos. Sino también, que ya no da lugar a los cobardes serviles, a vaya uno a saber qué intereses, que sin ningún tapujo vociferan sobre sus valores éticos y sus títulos profesionales incentivando a manifestarse en contra de las medidas de prevención que lleva adelante el Gobierno de Alberto Fernández. Estos Ceos, empresarios de la política, nunca asumen la responsabilidad de sus acciones y peor aún son cómplices del endeudamiento, de las medidas económicas antipopulares, y de los cientos de negocios que hicieron para las mismas familias de siempre.
“La participación del individuo en el movimiento social, es la que refleja la construcción del yo en el nosotros en la vida común, en la creación de una dignidad y una vocación indeclinable hacia formas superiores de vida.” (C.O. XIV). 
La urgencia del coronavirus, nos demanda de manera sustancial la construcción del yo en comunidad. Cuidándonos, protegemos al otrx, a nuestra comunidad. ¿Puede el “homo economicus” pensar en realidades y construcciones colectivas por sobre sus “80 días sin ponerla?”. Resolver y concientizar la relación política entre individuo y pueblo, es combatir el individualismo y el egoísmo que nos plantean las nuevas formas del capitalismo. Los gustos, las necesidades, el comfort y todo lo que el nuevo-viejo relavado sistema explotador viene a endulzarnos con las comodidades y la meritocracia, es contra lo que debemos luchar.

El mundo por ahora está parado y el capitalismo no se despide, pero cuando el fuego crezca quiero estar allí. Debemos ser capaces de reinventar un justicialismo del Siglo XXI, la vacuna a esta pandemia ya existe y el mundo será peronista o no será.

*Economía Social, en curso.

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