El ministro de Defensa Jorge Taiana encabezó un acto de reparación histórica al coronel post mortem Bernardo Alberte, primer asesinado por la dictadura genocida.
[EHM]
“Su figura es muy simbólica y representativa del drama que hemos tenido los argentinos” y lo caracterizó como “un hombre recto que quiso al Ejército, a su Patria y al Peronismo”, sostuvo el ministro.El acto se inscribió en el marco de la “Semana de la Memoria por la Verdad y la Justicia” del último golpe de Estado, a quien se considera la primera víctima de la dictadura cívico militar. El militar fue asesinado por un grupo de militares del Primer Cuerpo del Ejército, unas horas después de la renuncia a la presidencia de Isabel Martínez de Perón.
En el transcurso del acto, el ministro de Defensa, Jorge Taiana y Eduardo Jozami, éste último en su carácter de director nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la cartera, recordaron su trayectoria y actualizaron el legajo del coronel Alberte como acto administrativo singular. En la Resolución que lleva la firma del ministro Taiana, se ordena la actualización del legajo personal de Bernardo Alberte, en el cual se incluirá copia de la siguiente documentación: el Acuerdo del Senado de la Nación de fecha 13 de diciembre de 2006 que promueve al grado inmediato superior post mortem con fecha 24 de marzo de 1976 al teniente coronel Bernardo Alberte (M.I. Nro. 1.915.216), y el Certificado del estado procesal de la causa 2637/2004, respecto de Bernardo Alberte.
El ministro de Defensa subrayó “No dudo que todos los que estamos aquí estamos a favor del Nunca Más, y que coincidimos en el respeto a la democracia y a la Constitución Nacional”, y sostuvo que “Este homenaje es para un hombre que quiso al Ejército Argentino, que quiso a su patria, y que entendió al peronismo como la mejor forma de expresar los valores de solidaridad y justicia”.Acto seguido, encomió la figura del militar al subrayar “el desarrollo profesional de Alberte y su claridad respecto al rol que debía cumplir el Ejército y las Fuerzas Armadas”. Por su parte, Jozami señaló: “Desde esta Dirección vamos a seguir trabajando y juntando la documentación necesaria para saber lo ocurrido con el mayor Alberte y su atroz asesinato; para ello contamos con el apoyo de las autoridades de esta casa y de compañeros de organismos de DDHH”.
Durante el acto de recordación expusieron la docente Ana Lorenzo quien realizó una semblanza del militar asesinado y el historiador Eduardo Gurucharri, autor de la biografía de Bernardo Alberte. Entre las personalidades y funcionarios que asistieron al acto estuvieron presentes el jefe de Gabinete del Ministerio, Héctor Mazzei; la secretaria de Coordinación Militar en Emergencias, Inés Barboza Belistri; el secretario de Asuntos Internacionales para la Defensa, Francisco Cafiero; los subsecretarios de Coordinación Administrativa, Leonardo Garay; y de Investigación Científica y Política Industrial para la Defensa, Roberto Adaro; los titulares del IAF, Agustín Colombo Sierra; y de TANDANOR, Miguel Tudino; el rector de la UNDEF, Jorge Battaglino; junto a los jefes del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, teniente general Juan Martín Paleo; y de la Fuerza Aérea, brigadier General Xavier Julián Isaac. También asistieron el diputado nacional Eduardo Valdés; la legisladora porteña, Victoria Montenegro, la presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Lita Boitano y representantes de organismos de Derechos Humanos.
Semblanza de un hombre leal a Perón
El coronel Bernardo Alberte nació en Avellaneda en 1918. En su juventud inició la carrera militar cuando el Coronel Juan Perón, junto a otros seis oficiales, lideraba la corriente interna, nacionalista, en el Ejército. En 1939 egresó del Colegio Militar con las mejores calificaciones de su promoción. En 1945 se consideraba un "hombre del Coronel", y actuaba en consecuencia ganando la confianza del Líder. Con el rango de Mayor y desde el 24 de agosto de 1954 se desempeñó como Edecán y asesor del Presidente Perón, hasta el golpe que lo derrocara. Sin embargo, Alberte no dejó de perder contacto con su conductor en el exilio, a pesar de las desafortunadas circunstancias que acompañaron a ambos.
La Revolución fusiladora
Luego del golpe del 1955, el coronel cayó en desgracia ya que la fuerza le hizo pagar amargamente su lealtad a Perón. El 2 de enero de 1956, el Tribunal Superior de Honor del Ejército, en una clara manifestación persecutoria resolvió aplicarle la sanción de “descalificación por falta gravísima” por “faltar a la dignidad personal y profesional que un oficial mantenga y exteriorice lealtades políticas con preferencia a la que debe a la Institución que pertenece”.
Un año más tarde, el 22 de enero de 1957 el Presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, decretó la baja del Ejército del oficial Alberte por la supuesta falta cometida. Alberte fue exonerado y enviado a prisión a la cárcel de Ushuaia, Tierra del Fuego hasta 1959, compartiendo su ostracismo con John William Cooke, Jorge Antonio, Héctor Cámpora, Guillermo Patricio Kelly y José Espejo, titular de la CGT, entre otros.
Resistencia Peronista y Operativo Retorno
Durante el gobierno de Arturo Frondizi le otorgan la libertad, tomando como base un acuerdo al que habían arribado Rogelio Frigerio y John William Cooke, delegado de Perón en Caracas. Antes, Cooke había encabezado una fuga del penal de Ushuaia junto a Jorge Antonio y Héctor J. Cámpora que resultará exitosa. Alberte, fiel a sus principios y lealtades, se convierte en un miembro más de la “Resistencia Peronista” al acompañar a Gustavo Rearte en los sucesos de “Taco Ralo” en los orígenes de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP).
Decidió vivir un tiempo en Brasil y en los 60 puso una tintorería que atendía su hijo, como forma de ganarse la vida honradamente. En ningún momento dejó de intercambiar correspondencia con Perón durante su exilio por Venezuela, Panamá, República Dominicana y Madrid.
Alberte fue designado por Perón como su “delegado” antes de que lo fuera Jorge Paladino.En 1968 decide su acercamiento a la CGT de los Argentinos con Raimundo Ongaro y el sindicalismo “combativo”. Por aquel año, el presidente de facto gral. Juan Carlos Onganía había decretado una amnistía que posibilitaba la restitución del rango a varios militares peronistas, Alberte se negó a recibirlo por oposición al régimen. Entre los años 1970, 1971 y 1972 ocupó distintos cargos en la organización en los tiempos del "Operativo Retorno". Con la vuelta del peronismo al poder en 1973 pudo ser reivindicado como "Oficial del Ejército".
La bonanza no duró mucho tiempo ya que, en 1974, luego de la muerte del Gral. Perón, José Lopez Rega y la triple “A” lo incluyen en la “lista negra” junto a Julio Troxler, miembro sobreviviente de los fusilamientos en José León Suárez en junio de 1956.
Primer asesinato de la dictadura genocida
El mismo día del golpe, en horas de la madrugada y en su domicilio de Av. Del Libertador 1160, 6° piso de Capital Federal, frente al “Italpark” por ese entonces, Alberte se disponía a terminar de escribir una nota dirigida a Jorge Rafael Videla, donde le achacaba el error histórico que iba a cometer dando un nuevo golpe de Estado, y lo hacía responsable de la represión ilegal que se estaba desatando en el país.
Alberte llevaba dos días confeccionando la nota al general Videla, jefe del Ejército. El secuestro y asesinato de su amigo Máximo Augusto Altieri Pistone, militante de la Corriente Peronista “26 de Julio”, hacía tan solo una semana, el 17 de marzo de 1976, lo dejaba sumamente expuesto. Siendo las dos de la mañana, según el historiador Marcelo Larraquy, irrumpieron una “patota” de diez tipos fuertemente armados que redujeron al portero y lo conminaron a que inmovilizara los ascensores y dejara apenas luz fija en las escaleras. Llegaron a las puertas de su departamento en el 6° piso al grito de “Abrí Alberte, venimos a matarte”.
Los sicarios utilizaron las culatas de sus ametralladoras para derribar la puerta, y lo logran. "El Mayor intentó llevar su mano a un revolver. Lo golpearon. La esposa e hija al piso, atadas. Lo empujaron a una ventana y lo tiraron al vacío. Cayó en un patio", recopiló Larraquy. El gobierno de facto con total cinismo calificó el hecho como un brutal crimen de “suicidio”. La familia de Alberte deambuló judicialmente durante años para que fuera receptada la demanda por el crimen de Alberte,
“La causa pasó de largo por 14 jueces. Ninguno quería hacerse cargo. Galber -abogado de la familia- siguió insistiendo”, le comentó su hija Lidia, única sobreviviente, al historiador Larraquy. Finalmente, durante la presidencia de Nestor Kirchner, se llevó a cabo la investigación a cargo del Dr. Daniel Rafecas.En la cual resultaron condenados a prisión perpetua los militares genocidas, el temido general Carlos Alberto Martínez, Jefatura de Inteligencia del Ejército, y otro militar imputado, de apellido O’Higgins, sin parentesco -por fortuna- con el prócer chileno, sospechado por vecinos por su tenebrosa participación durante el régimen."
Las carpetas secuestradas, en la madrugada del 24 de marzo del 76, cuando el infortunado militar resultó arrojado al vacío, se las había quedado el coronel genocida -O’Higgins-", certificó el historiador. Una vecina suya, resultó ser la heroína que rescató del incinerador esta documentación de tan valioso contenido, que develaban la responsabilidad en el crimen de lesa humanidad, decenas de cartas de Alberte a Perón, otras tantas de éste hacia su antiguo edecán desde el exilio.
Finalmente, el 4 de diciembre de 2006 el Poder Ejecutivo Nacional en su mensaje Nº 1788/06 expresa que “...para la concesión del ascenso post mórtem, el hecho de que el Teniente Coronel (R) Alberte haya ofrendado su vida en defensa de la democracia constituye un acontecimiento extraordinario que debe ser recompensado como una especial distinción de los valores humanos y como ejemplo para las generaciones futuras”.


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