El retorno de la Argentina al FMI tenia un doble objetivo inicial, al cual Estados Unidos y el propio organismo no renunciaron a la hora de renegociar el acuerdo. Bombos y platillos para anunciar un programa de ajuste.
Por Leandro Mijaloski*
A los pocos días
de llegar al gobierno, Mauricio Macri, en una de sus primeras decisiones,
firmaba la emisión de deuda por unos US$ 15.000 millones para el pago a los fondos
buitres que habían litigado contra el país en los tribunales neoyorquinos. Es
sabido que varios de estos fondos, con Paul Singer a la cabeza, financiaron la
campaña de Cambiemos, con el objetivo de garantizarse el pago con el triunfo
electoral de la derecha argentina. La excusa que esgrimía el gobierno de Macri
por aquel entonces, era que, con el pago a los fondos buitres, al país se le abrirían
las puertas del mercado financiero internacional para la colocación de títulos argentinos
en dólares. Lo que no se decía, es que este era el puntapié inicial para un
nuevo ciclo de endeudamiento, que nadie en su sano juicio, imaginaba la
dimensión que tomaría en tan poco tiempo.
La historia se comenzaba a repetir de nuevo, con la excusa de financiar un déficit fiscal en pesos, se realizaron sistemáticas colocaciones de deuda en dólares, que en realidad servían para financiar la fuga de capitales. La bicicleta financiera comenzaba a rodar una vez más en la Argentina. La desregulación cambiaria, el levantamiento de restricciones para la entrada y salida de “capitales golondrinas”, las elevadas tasas de interés y la debilidad intencional para resistir presiones cambiarias, se constituían en las piezas fundamentales para que la especulación financiera reinara en el país.
En abril del 2018 la fiesta financiera estaba en su apogeo y la llegada permanente de dólares de las colocaciones de deuda, le construyeron una falsa tranquilidad al gobierno de Macri. La sólida victoria electoral de 2017 alentaban los sueños de reelección, "el Kirchnerismo estaba muerto", el peronismo controlado, los sindicatos perseguidos, todo bajo "total normalidad"; nadie dentro del gobierno levantaba la guardia para recibir el duro golpe de la traición. Y como bien dicen, "los golpes más duros son los que no se esperan".
El 25 de abril del 2018 en solo cuestión de minutos, estallaba la crisis en el país. A las 11:15 el JP Morgan, experto jugador en las timbas financieras, se desprendía de la Lebacs y compraba dólares por el orden de US$800 millones con la finalidad de salir del sistema financiero local. El principal banco que había intervenido en la colocación de deuda para el pago a los fondos buitres, salía del país dejando a su paso una corrida cambiaria que depreció el Peso más del 50%. Tras el JP Morgan, salieron numerosos grandes jugadores financieros, que compraban grandes volúmenes de dólares para abandonar el país. La perdidas de divisas del BCRA alcanzó, en el día, la extraordinaria suma de US$ 1472 millones, que luego seria superada en varias jornadas frenéticas del 2018.
El juego estaba minuciosamente orquestado por grandes jugadores internacionales, financieros y políticos . En el gobierno de Macri estaban desconcertados, no podían creer la traición, porque ellos eran buenos alumnos y habían hecho a la perfección la tarea. Sin embargo, el plan del norte empezaba a mostrar sus verdaderas intenciones y ellos solo eran los peones a sacrificar. Luego de la salida masiva de capitales del país, el mercado financiero internacional, le cerraba las puertas al gobierno de Macri, disparando el riesgo país que hacía imposible cualquier nueva colocación de deuda en dólares. Todos los caminos conducían al FMI, garante último de la especulación del sistema financiero internacional. El gobierno de Macri, caía en sus brazos para solicitarle los dólares que necesitaba para sostener la fuga de todos sus "amigos".
El plan del norte con sabor a venganza, había logrado su objetivo: volver a poner a la argentina bajo la orbita del organismo financiero y así, asegurarse el control de la política económica y la ejecución de programas neoliberales.
Nunca se le había perdonado a la argentina la cancelación de deuda con el FMI que había realizado Néstor Kirchner en el año 2006 y con ello la pretensión de soberanía económica.
Luego la historia es sabida, el FMI le otorgó un préstamo histórico a la argentina, sin respetar siquiera las recomendaciones del Staff técnico que advertía la incapacidad de repago que tenia el país. Además de contradecir hasta el propio estatuto del fondo, que en su articulo 4, le impide al organismo asistir financieramente a países que estén atravesando una salida masiva de capitales. Una vez más, quedaba claro que el FMI desempaña un rol geopolítico en el tablero internacional, aun mas importante que su papel como organismo financiero.
El préstamo era lisa y llanamente, un financiamiento al gobierno de Macri y a su aventura neoliberal, en un intento de poner todos los recursos a disposición, para impedir el retorno de un gobierno popular a la argentina.
El apoyo explicito de Estados Unidos y de su presidente Donald Trump, no hace más que aseverar esta argumentación. El propio FMI en la auditoria interna que realizó sobre el préstamo a la argentina, considera que el crédito se aprobó fruto de las presiones políticas de Estados Unidos.
Así las cosas, la argentina se encuentra hoy con una crisis de deuda de gran envergadura, la política monetaria se encuentra intervenida con la presencia constante de un técnico del FMI sentado en el directorio del BCRA y un presidente de la entidad, de origen radical, tibio de respuestas y flojo de convicciones a la hora de defender los intereses del país. Un ministro de economía de estrecha relación con la directora del FMI, más preocupado en complacer al organismo, que en el desarrollo productivo y el combate a la gigantesca pobreza que atraviesa el país.
El Frente de Todos, hizo campaña en el 2019 cuestionando fuertemente el crédito del FMI por el que la Argentina quedaba con su soberanía fuertemente comprometida. Alberto Fernández, una vez en la presidencia, no pasó nunca de un cuestionamiento retórico del préstamo y del rol del organismo. Al contrario, pasó dos años cumpliendo con los vencimiento pactados por Mauricio Macri destinando para el pago de US$ 7090 millones. Recién en el último mes, el gobierno amenazó con la falta de pago y forzó un acuerdo de ajuste con el FMI.
El acuerdo anunciado compromete la soberanía y el desarrollo del país por algo más de 13 años. Ningún punto del acuerdo hace creer que el FMI comparte la responsabilidad por el vergonzoso préstamo otorgado a la argentina. Anuncian como logro que el organismo no pida reformas estructurales, cuando en realidad ya no hacen falta, porque el salario argentino, medido en dólares, se encuentra en mínimos históricos.
Las reformas ya se hicieron de hecho desde el 2016 acumulando a la fecha una devaluación de más de 500%. En 2015 el salario mínimo vital y móvil (SMVyM) representaba US$ 546 y en la actualidad apenas supera los US$ 300 con la correspondiente explosión de la pobreza que ello implica.
El acuerdo anunciado pretende llegar al déficit 0 solo por la vía del ajuste de las cuentas fiscales. Establece la exigencia de sostener elevadas tasas de interés positivas para seguir garantizando la ganancia de los bancos a través de las Leliq que ya tienen una tasa del 44% nominal, transformando así, a la tasa de interés en el principal motor inflacionario de la economía y aniquilador del tejido productivo. Además de constituir al sector público como el absorbedor neto del crédito en el país, marginando las líneas productivas y las de consumo.
Pero el dato más sorprendente, es que el acuerdo anunciado no contempla ninguna quita de interés, ni de las sobretasas, de las que tanto había hablado el propio Guzmán, más bien todo lo contrario, establece un mecanismo turbio e inexplicable por el cual el FMI le girará los fondos para el pago al propio organismo, lo cual generará en los hechos, una acumulación de intereses sobre las sumas represtadas.
Sin más, el acuerdo anunciado debe pasar por la aprobación del Congreso Nacional, algo que esta seriamente en duda, y de ser aprobado, quedaría legitimado el crédito tomado por el macrismo y la estafa histórica a la argentina y su sería sesión de soberanía. Se consumaría el doble objetivo de Estados Unidos con el retorno de la Argentina al FMI, por un lado condicionar la política económica y el desarrollo productivo y por el otro, garantizarse el control político y el mantenimiento bajo su orbita de un país que amenazaba con nuevas relaciones estratégicas, comerciales y productivas con el gigante asiático, la nueva superpotencia en auge. Nos quedamos bajo el poncho del perdedor, sin duda esto no es peronismo y la historia juzgara.
*Licenciado en Ciencia Política (UBA) Comunicación Política y Opinión Pública (FLACSO).
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