ESI: una Ley que salva vidas

Hace quince años la ley de Educación Sexual Integral N 26.150 vino a ampliar derechos y abrir caminos de conciencia en la población; hoy su derrotero sigue estando sujeto a avances y retrocesos, donde se pierde de vista el bien jurídico a proteger que es la salud de niñas, niños y adolescentes.

Por Ana Clara Torres y Jorge Néstor Juncal*

Se cumplieron quince años de la Sanción de la Ley de Educación Sexual Integral, la ya conocida, aunque no siempre bien ponderada ESI. No fue menor la lucha desplegada por la docencia comprometida, activistas y el ámbito académico para que, finalmente, diera luz esta norma, no sin antes estar precedida de un arduo y acalorado debate parlamentario. 

La Ley Nacional de Educación Sexual Integral 26.150, establecía de manera transversal que “todos los educandos tienen derecho a recibir educación integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal.”, lo que demuestra un espíritu democrático y transformador de la normativa. 

Fue en 2008 cuando el Ministerio de Educación impartió de manera ecuánime, los lineamientos pedagógicos de la ESI adaptándolos al nivel de enseñanza alcanzado por lxs alumnxs. Cinco eran los ejes principales desde donde pivoteaba el ambicioso programa: la ESI como derecho, la perspectiva de género, el respeto de la diversidad, la valoración de las emociones y la afectividad, y el cuidado del cuerpo y la salud. Sin lugar a duda, la ESI fue una norma que trajo luz a un oscurantismo plagado de prejuicios, moral pueblerina, enfoques biologicistas, tortuosos silencios, acendrados tabúes, abusos, violencia, discriminación, estereotipos, y otras máculas sociales que llevaban a la estigmatización del otro, del distinto. 

Los detalles y recorrido de la ley 26.150 han sido largamente descriptos a lo largo de estos años. Nos proponemos entonces una lectura con las licencias que nos permite una visión feminista. Y peronista. Como todo aquello que viene a horadar la piedra del patriarcado, fue y sigue siendo cuestionada y combatida abiertamente, como si la fuerza de ley en este país no fuera suficiente. Cuando nos referimos a no bien ponderada, siempre caemos en la ironía de los mismos sectores de poder: la derecha en sus múltiples facciones, accionada esta vez por la Iglesia y sus grandes defensores de “la libertad”. 

Es entonces que amparados en la libertad de decisión sobre “nuestros hijos”, gran cantidad de padres sobre todo de escuelas parroquiales y privadas, aunque no exclusivamente, cuestionan desde el primer día la implementación de la ley. Y la cuestionan porque los asusta, como todo aquello que viene a generar un cambio. Las estructuras deben permanecer firmes e inmóviles, para garantizarles el ejercicio del poder sin preguntas ni medidas. Los argumentos a los que echan mano para cuestionar la implementación de esta ley, no hacen más que seguir dejando a la luz la ranciedad de sus claustros. Denuncian una especie de híper sexualización de lxs pibxs, como si la ESI no fuera una ley de cuidado de la salud con todos los fundamentos del caso, pensada, trabajada, con años de investigación y recorrido, sino un empuje a una especie de orgia imaginaria y feroz. Eso, señores, es vuestra imaginación

Lo que la ley propone, es juntamente un enfoque integral de la sexualidad. Esto implica justamente un enfoque multifactorial adonde no solo se trasmite (si la edad es la adecuada) cómo disfrutar sin riesgos de la sexualidad, sino lo que es más importante, que impone el límite cuando aun no es tiempo. Ese límite que permite ni más ni menos que un pibe o piba sepa que está siendo abusado, y que pueda decirlo. Que entienda que nadie puede meterse con su cuerpo. Esto, que parece una obviedad, no lo es. 

Todxs los que trabajamos en salud o en contacto con situaciones de abuso, podemos dar cuenta de las consecuencias del abuso sexual en la infancia y adolescencia. Es devastador en todos los niveles. El adultx que fue víctima de abuso, se pasa la vida tratando de sanar, y no siempre con éxito. Cuando decimos que esta ley salva vidas, no es un eufemismo.  

Es la pura y dolorosa realidad. ¿Y qué decimos cuando hablamos desde un enfoque peronista?  Esta ley, además de salud sexual, viene a traer derechos. Ni más ni menos que derechos para lxs pibxs. Que todxs tengan derecho a acceder a información en salud de calidad, que sepan como disfrutar sin ponerse en riesgo (cuando están maduros en el acceso a la vida sexual), que sepan que no importa si tienen más o menos recursos, siempre tienen derecho a ser escuchados, y a ser protegidos. Esta ley viene a traer igualdad. Si no entendemos esto, tan peronistas no somos. 

Aquellos sectores que se oponen, sepan que lxs niñxs tienen derechos, y que no vamos a ceder a nadie la potestad sobre los mismos. Estado presente es esto, un Estado que está mirando y procurando el bienestar de los que más lo necesitan. Y quienes si no lxs pibxs. Y no nos confundamos aquí, esta no es una cuestión de vulnerabilidad social. En todos los sectores nuestrxs pibxs son abusados y vulnerados. ¿Iglesia y Estado deberían ser asuntos separados? Esa es otra discusión. Pero al menos deberíamos frenar el avance de los dogmas vetustos por sobre la salud de nuestrxs pibxs.

Ana Clara Torres – Psicóloga UBA

Jorge Néstor Juncal – Abogado UM


Publicar un comentario

0 Comentarios