Protonterapia: La apuesta del Gobierno nacional para la lucha contra el cáncer

Se reinicia la construcción de un centro de tecnología avanzada para el tratamiento contra el cáncer de niños y niñas, entre la población vulnerable. Cuando el Estado neoliberal es mas letal que la propia enfermedad. La operación de desmantelamiento de Macri frustrada por la CNEA, la UBA y el Hospital Roffo.

[EHM]


El Presidente Alberto Fernandez anunció el relanzamiento de la construcción de un centro para tratamientos de avanzada en radioterapia contra el cáncer. El proyecto había sido discontinuado, y estuvo a punto de ser desmantelado por el expresidente Mauricio Macri. El primer mandatario señaló a modo de crítica sobre la gestión anterior de Cambiemos, que:

“Si en esos cuatro años hubieran trabajado (en estas obras), tal vez hoy venía a poner todo esto en marcha ¿Por qué esto no se hizo? Porque alguien tomó la decisión política de no hacerlo, porque alguien habrá pensado “no dejemos en la memoria colectiva que esto lo hizo Cristina”, este nuevo impulso define “la importancia del rol del Estado.” 

Lo cierto es que la gestión de Macri estuvo a punto de hacer naufragar este proyecto. Durante la administración de Julian Gadano, ex subsecretario de Energía Nuclear del gobierno de Cambiemos, alineado a la política de ajuste en todos los organismos públicos, había intentado vender o devolver el equipamiento de avanzada adquirido por Cristina Fernandez de Kirchner a Bélgica, antes de que ingresaran al país. Esa tecnología “quedó durante cuatro años arrumbada” en aquel país, se lamentaba AF, enfatizando que el reinicio de las obras de este proyecto lo hace posible “el Estado, nuestros médicos, médicas y científicos, unidos para llevar una respuesta adonde hace falta una respuesta”. 

Por su parte, la ministra de Salud, Carla Vizzotti, precisó que en el país se hacen alrededor de “1300 diagnósticos de cáncer pediátrico” y que el “80 por ciento de los niños se atienden en hospitales públicos”. Luego añadió “este centro va a seguir aumentando la calidad” de atención de los pacientes. El rector de la UBA, Alberto Barbieri, a tono con la reinauguración indicó:

“Esto es una realidad que no va a volver atrás. Ya tenemos los equipos y hoy empezamos la obra civil”, quien además agradeció al Presidente AF porque “apenas asumió, nos impulsó” a proseguir con el proyecto. 

En el uso de la palabra, la titular de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Adriana Serquis, destacó que “la ciencia y la tecnología tienen que estar puestas al servicio de la sociedad”, destacando la importancia del ambicioso proyecto.

¿Qué es la Protonterapia?

Es una forma avanzada de radioterapia a través del uso de protones para el tratamiento del cáncer. Esta técnica permite concentrar la entrega de la dosis terapéutica en el volumen tumoral, reduciendo los efectos secundarios sobre tejidos sanos. El uso del tratamiento con protones está fundado profusamente en la literatura científica mundial. Se estima que, al menos 120 pacientes por millón de habitantes por año en el mundo, se beneficiaría con la prontoterapia, donde una proporción importante está representada por niños y niñas. 

A través de esta técnica pueden lograrse mejoras importantes en el tratamiento, además de reducir los efectos secundarios a largo plazo. Los principales criterios médicos para la elección de este tratamiento son: pacientes que requieren disminución de dosis de radiación en tejido sano, otorgándole una mejora en la calidad de vida; pacientes con tumores para los cuales se necesite mejores tratamientos no tan invasivos; tumores muy resistentes a la radioterapia estándar y pacientes especialmente vulnerables a los efectos tardíos relacionados con la radioterapia. 

Centro Argentino de Protonterapia (CeArP)

Se trata del Centro Argentino de Protonterapia, CeArP, que posee un área cubierta de 8000 metros cuadrados en cuatro plantas que cumplen diferentes funciones, y alberga la capacidad de atender a dos mil pacientes al año. Los aparatos son de última tecnología, solo comparable a los que poseen naciones como Estados Unidos, Europa y Asia. Su construcción se inició en un predio puesto a disposición por la UBA, lindero con la Fundación del Centro de Diagnóstico Nuclear (FCDN) y frente al Instituto Roffo, en el barrio de Agronomía de Capital Federal. 

La FCDN, es el primer Centro PET-CT con ciclotrón de producción propio de radioisótopos del país, con las últimas tecnologías diagnósticas en medicina nuclear y otras relacionadas. 

La vinculación con la FCDN y con el Instituto Roffo, permite establecer un polo oncológico de primer nivel a través de estas instituciones.

El proyecto “Centro Argentino de Protonterapia”, se realiza conjuntamente entre la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Universidad de Buenos Aires, el Instituto de Oncología “Dr. Angel Roffo” e INVAP. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) tiene a su cargo este proyecto que incluye la definición, construcción, comisionamiento y puesta en marcha del primer centro de Protonterapia de Latinoamérica.

La letalidad del neoliberalismo 

La insólita decisión del macrismo de desmantelar la operación de compra del equipamiento de última generación, era prácticamente imposible, sin que eso implicara un costo adicional y la aplicación de intereses punitorios por incumplimiento del contrato. Hace tres años, Dante Caputo, excanciller del gobierno de Alfonsín, había denunciado públicamente la paralización de las obras, luego de haber pagado el Estado argentino 160 millones de dólares de los 190 millones del costo total por la compra del equipamiento.  

“Lo pagamos. No es un problema de ajuste. Lo tenemos”, el excanciller había denunciado la operación macrista en una carta pública. 

Finalmente, y gracias a la resistencia puesta por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y el Hospital de Oncología Angel Roffo, la operación de desmantelamiento del proyecto que preocupaba al macrismo, terminó viéndose frustrada. “A veces el odio nubla la vista y los pensamientos de la gente. Pero a pesar de eso, el amor vence al odio”, decía Alberto Fernandez en referencia a la situación calamitosa que nos legó el macrismo, en particular, la salud pública. 

Para reiniciar el proyecto, el Gobierno nacional decidió traer desde Bélgica el equipamiento que Cristina Fernandez de Kirchner había adquirido durante su gestión: un ciclotrón y partes asociadas al transporte de protones, instrumental clave para el tratamiento de protonterapia. El equipo arribó a Buenos Aires el pasado 29 de abril y fue trasladado en más de 30 contenedores hasta la sede de Nazca y San Martín, donde se sigue construyendo el polo científico oncológico, único en el hemisferio sur. 

En 1951, muy cerca del lugar donde se está construyendo el CeArP, Juan D. Perón había decidido expropiar 19 hectáreas frente al Hospital Alvear, en la Av. Warnes, para la construcción de lo que sería el hospital pediátrico más importante de Latinoamérica y uno de los más completos del mundo. Hacia 1955 se habían levantado varias de las torres que comprendían esta magna obra, un total de 94.000 metros cuadrados cubiertos. Solo faltaban 11 meses para terminar los trabajos. 

Ese año se produce el golpe de estado de la Revolución Fusiladora, sus esbirros deciden abandonar con malicia la obra “peronista”, echando por tierra todo el esfuerzo realizado y el dinero invertido por el Estado. El odio engendrado e incentivado por décadas desde sectores reaccionarios de distinto pelaje, terminaron por sepultar en el oprobio aquel sueño de Perón. El albergue Warnes, como se lo conoció, tuvo una historia marginal que signó su suerte. El tiro de gracia lo dio el menemato, demoliendo aquella fastuosa estructura arruinada por el paso de los años, para instalar en su lugar, un hipermercado de origen francés. Toda una alegoría diabólica. 

Esta vez la historia resultó distinta, se ha podido contrarrestar la maldición de los gobiernos de derecha, esa lógica infame de no continuar con las iniciativas de gobiernos nacionales y populares que velan por los intereses de su Pueblo. Para esto, es necesario incentivar la memoria colectiva como antídoto eficaz frente a estos males que nos aquejan, que terminan siendo más perjudiciales que las propias enfermedades.


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