Una vena que sangra Soja, minerales y cocaína

A la memoria de la querida Compañera Alcira Argumedo.

[EHM]

El domingo partió al comando celestial Alcira Argumedo, rosarina, socióloga, docente universitaria e investigadora del CONICET, directora de la Revista Laberinto. Militante peronista, fue integrante de las Cátedras Nacionales en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires entre 1968 y 1974 y Secretaria de Cultura de la Provincia de Buenos Aires en 1973/74. Estuvo exiliada durante la dictadura en México desde 1978 hasta 1983. En 2009, fue diputada nacional electa por la ciudad de Buenos Aires por el movimiento Proyecto Sur y reelecta para el mismo cargo en 2013 hasta el 2017, su enjundiosa verba la mostró siempre del lado militante nacional y popular de la vida.

Valga esta nota de humilde homenaje a su memoria, basada en una entrevista que diera en el mes de abril a la revista La Tinta, sobre un tema que la desveló hasta sus últimos días, la Vía Troncal Navegable Paraná Paraguay (Hidrovía). La claridad expositiva de Alcira le daba marco real a la problemática:
“La privatización de los puertos y la hidrovía fue la culminación del plan de Cavallo, el control de los grandes puertos privados por las cerealeras agroexportadoras o por las mineras en la hidrovía, que es la salida del 80% de las exportaciones de la Argentina, permitió el desarrollo de esta impunidad”.
Su costado de militante la llevaba a abogar por desentrañar algo más profundo que debíamos resolver los argentinos y las argentinas, ese “hilo de Ariadna” que nos lleve a un modelo de país soberano, independiente, justo e inclusivo que nos libere de 40 años de hegemonía neoliberal. Parafraseando el título de la obra magna de Eduardo Galeano, Alcira decía “La Hidrovía es una vena abierta que sangra”. La semejanza con aquella metáfora del escritor uruguayo no era caprichosa, todo lo contrario, la colocaba en sintonía con la dura realidad latinoamericana de ser el banquete de las grandes potencias, desde la colonia hasta la actualidad.

Su denuncia no se acababa solo en utilizar un buen recurso literario u oratorio, utilizaba su lucidez argumentativa para demostrar la magnitud del saqueo que sufre el país, a través del contrabando de la Hidrovía:
“Lo que estamos denunciando es la magnitud del contrabando que están generando estas corporaciones y que alcanzan los 30 mil millones de dólares anuales. Para que nos demos una idea: en un año y medio, es el préstamo del FMI. El ministro de economía dice que para bajar la inflación necesitamos divisas que respalden al país y de pronto tenemos 30 mil millones de dólares que se fugan por consecuencia del contrabando. Entonces, si controlaran ese contrabando, no tendríamos los problemas de inflación que tiene la Argentina”.
Allí se detenía a clasificar las formas de contrabando, por un lado, las mineras, y ponía de ejemplo Minera La Alumbrera, que declaraba ante el fisco que exportaba tres metales, cuando en realidad eran 28, que se encontraban ocultos en los llamados “barros de exportaciones”. Fundaba su aseveración en los estudios de dos geólogos tucumanos, de la Universidad de Tucumán, Miguel Gianfranco y Guillermo Vergara, quienes habían analizado y detectado en este “barro” la existencia de 25 metales en apariencia residuales, pero que, a la postre, resultaban más valiosos que el oro mismo. Estos metales se encuentran en las llamadas “tierras raras”, muy apetecidos por Estados Unidos y China, sirven para la producción de tecnologías, desde computadoras y robots, hasta misiles. Según estos geólogos, el valor anual de ese contrabando es de 8.200 millones de dólares al año, bajo esta forma subrepticia de hacer pasar “gato por liebre”.
“Además vale aclarar las licitaciones bastantes peculiares que existen, por ejemplo, uno de los accionistas de minera La Alumbrera es Black Rock, que es uno de nuestros principales acreedores, y es quien está robando plata a través del contrabando y luego esa misma plata te la presta y te cobra el préstamo. ¿Se imaginan?.”, se indignaba Alcira.
Otro capítulo del contrabando se la llevan las cerealeras y aceiteras, ella lo denunciaba claramente señalando que “hay dos líneas principales: una es por camiones cargados por tierra, ya sea desde Salta con la producción del Noroeste que van a Bolivia para luego salir como exportación de ese país, o camiones Chaco-Formosa o Corrientes-Misiones que van hacia Paraguay. Se da el hecho milagroso de que Paraguay exporta el doble de la soja que produce, “la multiplicación de los panes”.

La idea de las sojeras es cargar la producción en lanchones con destino Paraguay porque las exportaciones son más libres y no pagan impuestos, es decir evasión fiscal, lisa y llana. También identificó otra maniobra defraudatoria de estos grupos empresarios mediante buques con depósitos de lastre, entonces la maniobra era la siguiente: “si queres que el barco baje de la línea de flotación cargan esos depósitos con agua y si queres que suba la línea de flotación, descargan esos depósitos. Allí, en vez de agua lo que llevan son granos, se calcula que entre 1000 y 1500 toneladas por barco. Al no haber ningún tipo de control estatal en la Hidrovía, te permite que eso salga perfecto.” Todo está a la vista, como lo explica Argumedo, el robo y el contrabando de estos grupos se desconoce o, en el peor de los casos, se naturaliza, como si nada pasara. Esta suerte de sociedades al margen de la ley, desde las que administran los puertos o realizan el dragado, señalización y balizamiento de la Vía Troncal Navegable hasta los que usufructúan el relajamiento de controles son parte de ese engranaje perverso que somete al país a la fuga de divisas vía evasión y contrabando.

El crimen perfecto se concreta cuando los buques utilizan el Canal Punta Indio, recostado sobre costas uruguayas, con destino Montevideo, especie de coartada que les permite a las compañías cerealeras y aceiteras salir a ultramar, sin costo alguno:
“No es casual el diseño de la hidrovía, que hace que en determinado momento gire 90 grados para entrar en los puertos uruguayos, en vez de seguir en línea recta a través del Canal Magdalena hacia el mar, y los barcos que salen de argentina hacia el mar salen por el puerto de Montevideo porque ahí no hay control.”
Como si esto fuera poco, nos queda otro contrabando que nos duele y no se puede ocultar, ni negar, en febrero, en el puerto de Hamburgo, en Alemania, se detectó un cargamento de 16 toneladas de cocaína que iban en tarros de pintura, cuyo origen eran puertos de Argentina. Esto coloca al país como el principal emisor de cocaína a Europa de toda América Latina. Un escándalo por donde se lo mire, sin embargo, miramos para otro lado. El pasado 21 de abril, Alcira Argumedo había utilizado la red social Twitter para expresar una vez más su opinión sobre el tema, lo tituló AUTOPISTA DEL CONTRABANDO y expresaba en un hilo de twit:
“Las decisiones que se tomen con la Hidrovía y los puertos privatizados van a signar la suerte del FdeT. Es la oportunidad para cerrar el ciclo diabólico de saqueo iniciado con la dictadura y promovido por Cavallo y el poder económico financiero”.
La compañera Alcira Argumedo, desde aquí nuestro recuerdo, consideraba de suma importancia al tema Hidrovía, que opera como un verdadero parteaguas en la coalición gobernante. Un “botón de muestra” que el país necesita para desnudar y evidenciar una de las tantas raíces corruptas que nos legó el modelo neoliberal noventista. Nuestro mayor deseo es que la cuestión Hidrovía se resuelva dentro del Frente de Todos, de manera racional, en favor de los intereses del país y del pueblo argentino, dejando de lado “alquimias” que solo servirán para enmascarar un estado de situación, desde donde se sigan perpetrando crímenes contra el Estado.

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