Joe Biden: Un discurso para frenar el Neoliberalismo

Los ejes sobresalientes de su discurso ante el Capitolio. Vacunas. Plan de Rescate. Plan de empleo. Plan de Familias. ¿Nuevo paradigma económico en la primera potencia de Occidente? ¿Estamos frente a la fase terminal del Neoliberalismo en el mundo?

Por Jorge Nestor Juncal*


El pasado 28 de abril el presidente de los Estados Unidos, Joseph Robinette Biden Jr., más conocido por Joe Biden, al cumplirse los 100 días de su mandato, brindó un discurso ante ambas Cámaras del Capitolio. La ocasión le resultó propicia para contextualizar la situación excepcional por la que está pasando su país:
“La peor pandemia en un siglo y la peor crisis económica desde la Gran Depresión, el peor ataque a nuestra democracia desde la Guerra Civil”, pero reconoce que “después de sólo 100 días…Estados Unidos está en movimiento de nuevo”.
El primer mandatario instó a los estadounidenses, en un claro gesto voluntarista, a la reconstrucción del país del norte basada sobre principios morales. A ese respecto, enfatizó que “Estados Unidos se levanta de nuevo, eligiendo la esperanza sobre el miedo, la verdad sobre la mentira y la luz sobre la oscuridad.” Sin dejar pasar la oportunidad para referirse a la entrega accidentada del gobierno de Donald Trump, a quien acusó elípticamente de dejar la Casa Blanca “en llamas”.

Campaña de vacunación contra Covid-19


En un primer tramo de su discurso se refirió a la exitosa campaña de inmunización de su gobierno contra COVID-19 señalando “hemos proporcionado más de 220 millones de vacunas contra COVID en esos 100 días” para luego dar dimensión de la logistica necesaria para la vacunación, llevando las dosis a “casi 40.000 farmacias y a más de 700 centros de salud comunitarios donde los más pobres de entre los pobres pueden llegar”. Biden señaló que en sus primeros cien días de gobierno, el 70% de la población mayor de 65 años están “totalmente protegidas”, y que el fallecimiento de ancianos a causa de la enfermedad se redujo en un 80% desde enero. Además, puntualizó que “más de la mitad de todos los adultos en Estados Unidos han recibido al menos una inyección.”, e instó a que todos los estadounidenses se vacunen.

Plan de Rescate


Biden agradeció a la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi y el líder de la mayoría Schumer, pero también, el abrumador apoyo del pueblo, demócratas, independientes y republicanos, por la aprobación del “Plan de Rescate estadounidense”, uno de los más importantes de la historia, según consignó el mandatario. El presidente de Estados Unidos resaltó que el envío de 160 millones de cheques por un valor de 1400 dólares cada uno al 85 % de los hogares estadounidenses “está marcando la diferencia”. Luego el mandatario detalló que su gobierno está “entregando alimentos y asistencia nutricional a millones de estadounidenses que pasan hambre”, “asistencia para el alquiler” para evitar desalojos y “préstamos para mantener las pequeñas empresas abiertas y sus empleados trabajando”. Asimismo, mencionó la inscripción de 800 mil estadounidenses en la Ley de cuidado de Salud, la cual promueve inversiones excepcionales para hacer asequible el beneficio a sectores que tenían vedado su acceso. Así también, se jactó de estar en camino de reducir la pobreza infantil a la mitad este año.

Plan de empleo / Obra Pública


Adicionalmente a los logros detallados, ponderó la creación de más de 1.300.000 nuevos empleos en tan solo 100 días, empero aclaró que esto sería solo el comienzo. El ambicioso plan de empleo de Biden tiene objetivos de gran alcance, siendo considerado el mayor desde la Segunda Guerra Mundial. Según el primer mandatario, este plan masivo de obra pública servirá para modernizar la infraestructura de transporte: carreteras, puentes, autopistas, puertos, aeropuertos, corredores ferroviarios y líneas de tránsito, la sustitución del 100% de tuberías de plomo y líneas de servicio de agua, conexión a internet de alta velocidad, incluido el 35% de la población en zonas rurales, transformar la red eléctrica actual en una moderna.

En alusión al “cambio climático” insinuó que pondrá a trabajar a ingenieros y trabajadores de la construcción en la edificación de inmuebles más eficientes energéticamente. La consigna que utilizó fue “Empleos, empleos, empleos”. En línea con esta consigna y el cuidado al medio ambiente, propuso la instalación de 500.000 estaciones de carga en carreteras para autos eléctricos, la fabricación de baterías de litio, la agricultura de cultivos de cobertura para reducir el dióxido de carbono en el aire, y la construcción de hélices de turbinas eólicas. Todas estas iniciativas que alcanzó a aclarar no violan ningún acuerdo comercial, bajo la consigna de “Comprar productos estadounidenses”, que ha sido ley desde la década de 1930.
Por si faltaba algo más enfatizó, “El dinero de los impuestos de los estadounidenses se utilizará para comprar productos estadounidenses hechos en Estados Unidos para crear puestos de trabajo estadounidenses.”
Sobre el alcance del plan, Biden indicó que se trata de un programa de ocho años que impulsa la creación de puestos de trabajo bien remunerados que no pueden ser subcontratados, el 90 % de los empleos de infraestructura no requieren título universitario, y el 75% no requiere de un título asociado. Luego para el asombro de muchos, tanto dentro de la Unión como en otros ámbitos, el presidente Biden enfatizó que el “plan de empleo” que propone “son los planos para que trabajadores construyan Estados Unidos.” De manera contundente, algo que parecía impropio tiempo atrás para un presidente norteamericano, remató:
“Hay buenos hombres y mujeres en Wall Street, pero Wall Street no construyó ese país. La clase media construyó este país. Y los sindicatos construyeron la clase media.”
Pero fue más allá y le pidió al Congreso que apruebe la Ley de protección del derecho a la organización laboral, la “Ley PRO”, y pidió que la envíen a su oficina para que “podamos apoyar el derecho a sindicarse”, y planteó subir el salario mínimo a 15 dólares (por hora), y que nadie que trabaje 40 horas semanales “debería vivir por debajo del umbral de la pobreza”. Hoy un salario mínimo depende del Estado donde viva el trabajador puede oscilar entre 8 y 11 dólares diarios, en el mejor de los casos. Consciente de la gravedad de la situación y la necesidad de arribar a consensos rápidos para lograr los objetivos en corto plazo, advirtió: “Me gusta reunirme con quienes tienen ideas diferentes, que creen que son mejores. Esas ideas son bienvenidas. Pero el resto del mundo no nos está esperando. Sólo quiero dejar claro que, desde mi punto de vista, no hacer nada no es una opción.

Igualdad de género, Violencia doméstica, comunidad LGBTQ en agenda


Por otro lado, propugnó asegurar mayor equidad y oportunidad para la Mujer a través de la “Ley de Equidad Salarial”. Se pronunció a favor de una Ley de Igualdad que proteja a los estadounidenses LGBTQ. También solicitó a los legisladores se autorice la Ley sobre la violencia contra la mujer, de la cual fue su redactor hace 27 años. También condenó al movimiento supremacista blanco y el odio racial, sectores que claramente apoyaron a Trump en todo su mandato.

Plan de las Familias Estadounidenses


A través de este plan se propicia el acceso igualitario a una buena educación garantizando cuatro años adicionales para cada persona, siempre bajo el acicate de poder competir con China en el mediano plazo. La geopolítica hace marcar el paso en este tema. Se añadirán dos años de educación preescolar universal para cada niño y niña de 3 y 4 años. Propone el aumento de becas Pell, inversión en universidades y colegios universitarios históricos negros, colegios tribales, instituciones de minorías. Cuidados de guardería infantil de calidad y asequible.

Se garantizará el acceso a estos servicios a las familias de ingresos bajos y medios, que tendrán que destinar en educación no más del 7% de sus ingresos por una atención de alta calidad para niños de hasta 5 años, pero será gratuito para familias con dificultades. Respecto a los recursos necesarios para financiar estos planes, sin aumentar el déficit, el primer mandatario estadounidense, señaló que no impondrá ningún aumento de impuestos a las personas que ganen menos de 400 mil dólares, pero aclaró
“Es hora de que las empresas estadounidenses y el 1 % más acaudalado de los estadounidenses empiecen a pagar su parte justa. Sólo su parte justa.”.
A este respecto dijo que 55 de las mayores corporaciones obtuvieron más de 40 mil millones de dólares de ganancias, sin dejar un solo dólar en el fisco el año pasado, muchos de ellos fugaron divisas a paraísos fiscales, o deslocalizaron puestos de trabajo, trasladando beneficios al extranjero. Todo esto cuando más de 20 millones de estadounidenses de clase media y trabajadora perdieron su empleo por los efectos de la pandemia.

Por último, en total sintonía con el Papa Francisco, el mandatario americano evidenció, inesperadamente, la “crisis del dogma neoliberal” y la receta para revertir sus efectos “la economía del goteo nunca ha funcionado, y es hora de hacer crecer la economía desde abajo y desde el centro hacia afuera.” Tal vez estemos en las postrimerías del neoliberalismo económico que impulsaron tanto Ronald Reagan como Margaret Thatcher en los ochentas. La “teoría del derrame” o “goteo”, hoy puesta en crisis, una suerte de quimera de que en un futuro los capitales concentrados, hartos de acumular riquezas, repartirían sus mieles al conjunto de la sociedad. No era más que la fábula del “lobo que cuida el gallinero”: un Estado mínimo e inerme, grupos económicos opulentos y mayorías pauperizadas a su suerte. El devenir de los acontecimientos dirá si estamos o no en lo cierto, pero se advierte un cambio de paradigma en la primera potencia de occidente que, ante una crisis terminal sistémica, hecha mano a Roosevelt y su “New Deal”, un hecho no menor. Entusiasma pensar que estas iniciativas puedan dar lugar a vientos de cambio que conduzca a la defunción del Neoliberalismo como política económica global. De ser así, seremos muchos y muchas los que asistiremos con alegría a sus exequias.

*Abogado UM

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