¡Ayer, hoy y siempre! Memoria, Verdad y Justicia

[EHM]


El 24 de marzo de 1976 se escribió una página siniestra de la historia nacional, signada por la Doctrina de la Seguridad Nacional, en la que eran entrenadas las fuerzas armadas de los países del “patio trasero” de Estados Unidos. La Escuela de las Américas en Panamá, verdadera “Escuela de Asesinos”, deformaba y lavaba la mente de muchos uniformados al sur del Río Bravo, que cumplirían el rol de “guardia pretoriana” del Imperio en cada uno de sus países. Se calcula que antes del golpe militar de 1976, fueron adiestrados 600 militares argentinos en técnicas de combate, tácticas de comando, inteligencia militar, y técnicas de tortura. La geopolítica del mandamás del mundo se imponía a puño de hierro, el ensañamiento y la crueldad no tenían límites, ni sabían de humanidades.

Los mandatarios del imperio, la oligarquía, era la cara civil de la dictadura, daban marco “amable” e institucional al “proceso”; por su parte, las fuerzas armadas y de seguridad, cumplían la tarea sucia de secuestro, tortura y exterminio, con minuciosidad administrativa y eficiencia hitleriana. Ambos respondían a un solo mandante que requería doblegar “a sangre y fuego” toda resistencia popular que se opusiera a su proyecto de dependencia que facilitaba la liquidez de petrodólares transformados en deuda pública por todo el mundo.

Fue así que el 29 de marzo asume el Teniente General Videla como presidente de facto, en lo que se autodenominó Proceso de Reorganización Nacional (PRN), siendo designado Ministro de Economía José Alfredo Martinez de Hoz, fiel representante de la banca Rockefeller en América Latina y miembro del Comité internacional del Consejo de Administración del Chase Manhattan Bank. Hombre de la oligarquía tradicional agropecuaria probritánica, en esta etapa con fuertes vínculos con los amos del mundo.
Las primeras medidas del gobierno de facto fueron: la disolución del Congreso Nacional, remoción de los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, suspensión de la actividad de los partidos políticos y disolución de 48 agrupaciones u organizaciones políticas, gremiales, sociales y universitarias, intervención de la CGT y las “62 organizaciones”, suspensión del derecho de huelga y eliminación del fuero sindical, intervención de los más importantes sindicatos, reemplazo de los representantes diplomáticos, intervención de las cuentas bancarias de dirigentes del Justicialismo y creación de consejos de Guerra para reprimir toda clase de alteración del orden público.
El objetivo de máxima era la reconversión de la economía del país hacia una de valorización financiera, que destruyera el aparato productivo argentino y creara lazos indestructibles con los centros financieros internacionales, vía endeudamiento externo. Fiel a la misión que venía a cumplir como personero de imperialismo norteamericano, Martinez de Hoz, alias “Joe”, en su discurso inaugural del 2 de abril de 1976 daba el puntapié inicial a su política económica que produjo la liquidación de la mayor parte del aparato productivo nacional, un endeudamiento externo colosal facilitado por un esquema de valorización “timba” financiera con libre giro de divisas al exterior, transnacionalización de empresas nacionales, fuerte concentración del ingreso a favor de los grupos financieros, derogación de la nacionalización de los depósitos bancarios y del monopolio del comercio exterior a través de las Juntas de Carnes y Granos. Sumado también la eliminación de precios máximos, modificación de tarifas de servicios públicos, liberación de las tasas de interés y de los tipos de cambio, descenso notable de los aranceles de importación y la modificación de la ley de radicaciones de inversiones extranjeras.

Para implementar su modelo económico de dependencia, se vale de un grupo de hombres ligados a la banca mundial, a las multinacionales y a los organismos financieros internacionales. A este equipo de maleantes, en el lenguaje popular conocidos como “Chicago Boys”, se le da amplias atribuciones para subvertir el orden económico del país con total impunidad. Con el inicio de este plan económico de saqueo y entrega, las Fuerzas armadas ponen foco en diezmar toda oposición que provenga de organizaciones guerrilleras, delegados gremiales, militantes políticos, artistas, etc. Todo daba igual, perseguían el aniquilamiento de hombres y mujeres comprometidos con la utopía de una Argentina justa, libre y soberana.

El terrorismo de Estado se erguía ante la sociedad, los secuestros y los “desaparecidos” eran moneda corriente de la violencia institucionalizada. Las torturas para sacar de mentira a verdad de los detenidos, servía para seguir secuestrando y matando hasta el último vestigio de rebeldía, todo parecía no bastar para aquellos asesinos a sueldo. Los llamados “vuelos de la muerte” donde se arrojaba desde aviones al mar a personas adormecidas, la persecución a artistas populares, la censura indiscriminada y la destrucción de centenares de libros, formaban parte de un plan diabólico que no obedecía ninguna regla de este mundo. Se secuestraron, torturaron y desaparecieron a 30.000 compañeros y compañeras, solo 9000 casos fueron denunciados ante la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep), motivado tal vez, por razones de exilio, desaparición, o simplemente, miedo.

Todo ese maldito andamiaje prohijado desde el Imperialismo Yanqui para disciplinar voluntades a fuerza de terrorismo de Estado, dejando tierra arrasada a su paso y postrando la economía del país en función de intereses foráneos. Razón de ello lo da la primera medida de la dictadura cívico-militar, la desnacionalización de los depósitos bancarios que desbarató el régimen implementado por el Presidente Hector Cámpora, adaptado al mismo esquema de 1946, que reordenaba el sistema financiero orientando la actividad bancaria a facilitar el acceso del crédito, así como a agilizar las transacciones económicas para estimular la demanda. Todas esas medidas fueron derogadas por ser de cuño “Peronista”. Luego siguió el turno de la Ley de entidades financieras, las reformas financieras de febrero y junio de 1977, que modificaron hasta hoy el sistema bancario argentino. Esto permitió que los grandes jugadores del mercado financiero realizaran encajes regulados, beneficiados con la liberación de las tasas de interés que son llevadas al 150 o 160% anual con garantía del Banco Central, que les ofrecía un seguro de cambio. El esquema favorecía la obtención del dinero en el exterior a intereses bajos, generando deuda externa garantizada por el Estado, su conversión en pesos y colocación a las altísimas tasas locales, para una vez completado todo el circulo, fugar las divisas del país, una historia archiconocida por todos.Ya no convenía producir, había que dejar que el dinero produjera dinero, el esquema de valorización financiera de “Plata Dulce” que se asemeja el andar en bicicleta, funciona hasta que se puede pedalear.

En materia sindical, las primeras medidas fueron congelar los fondos gremiales, suspender libertades públicas, modificar la Ley 20615 de Asociaciones profesionales y la Ley 14250 de Convenciones Colectivas de Trabajo, suspender la afiliación obligatoria a los sindicatos, contra cuya medida los sindicatos se volcaron a afiliar en masa, subiendo del 65 al 90 % la cantidad de afiliados. Se suspendió el derecho a huelga y cualquier tipo de acción gremial, se anularon las paritarias nacionales, se congelaron salarios, se vulneraron derechos colectivos, suspendieron el Estatuto del Docente y aplicaron la ley de prescindibilidad en favor de las patronales. Modificaron la Ley de Contrato de Trabajo bajo una filosofía donde debía trabajarse mayor cantidad de horas para cobrar el mismo salario y vulneraron el principio “in dubio pro operario”, que favorecía a los trabajadores en caso de discrepancia en los libros del empleador, dejaron sin efecto la jornada de ocho horas, eliminaron la estabilidad de los delegados y dirigentes gremiales, cualquier causa era suficiente para despedir y quedaron sin efecto las convenciones y estatutos que establecen la estabilidad.

Las primeras luchas contra la dictadura la emprenden los gremios de Luz y Fuerza, Mecánicos automotor, Gas del Estado, Telefónicos, Ferroviarios, Petroleros y Textiles. El correlato de tal acto de valentía, fue el secuestro y desaparición del compañero Oscar Smith, secretario general de Luz y Fuerza, en febrero de 1977. Luego se conformará el “Grupo de los 25” que nucleaba algunos gremios chicos, donde surgirá la figura de un líder indiscutido, como fue el dirigente cervecero Saúl Ubaldini, quien cumplirá el rol de opositor al régimen de facto. El 27 de abril de 1979, la agrupación de los “25” realiza el primer paro general contra la dictadura, de histórica importancia, cuyos organizadores fueron Saul Ubaldini, (Cerveceros), Roberto Digón (Tabaco), Ricardo Perez (Camioneros), Roberto García (Taxistas) y Osvado Borda (Caucho), quienes quedaron inmediatamente detenidos a disposición del Poder Ejecutivo. En marzo de 1982, el sector combativo de la C.G.T. convoca a una jornada de movilización contra la dictadura diciendo “Basta” al proceso de hambre y de entrega, la represión no se hizo esperar, los heridos fueron cientos, y hubo muertos en las principales ciudades del país.

La guerra de Malvinas se convirtió en el corolario de la última dictadura genocida, el desprestigio de las Fuerzas armadas de una guerra perdida sumada a la debacle económica a la que nos habían sometido, sirvieron para el ocaso de un período nefasto que no debemos olvidar. Era la primera vez que el Pueblo “en carne viva” le hacía frente a la Doctrina de Seguridad Nacional, recuperando su dignidad y conciencia social.
Frente a todo este maremágnum de locura y exterminio, la historia recordará que fue un grupo de mujeres, Las Madres de Plaza de Mayo heroínas de todos los tiempos y los Compañeros trabajadores sindicalizados quienes se atrevieron a alzar su voz ante el atropello de una casta corrupta y asesina al servicio del imperialismo Yanqui. Ayer, hoy y siempre, el Pueblo salvó al Pueblo y el dilema sigue siendo Liberación o Dependencia, mal que le pese a muchos. ¡Memoria, Verdad y Justicia! ¡NUNCA MÁS!


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