A 10 años de la partida física de Néstor, resignificamos la lucha de los compañeros del Mercado Central, para proteger su legado.
Por Leandro Mijaloski (*)
Corría el año 2016 y la larga noche macrista comenzaba a oscurecer la realidad de la Argentina. El 10 de diciembre del 2015 el sueño de una patria libre, justa y soberana, iba a ser interrumpido por una pesadilla de solo 4 años, aunque muchos la vivimos como una eternidad. La oscuridad avanzaba como plaga en la medida que iba desembarcando en las diversas estructuras del Estado. La dirigencia Macrista ocupaba los cargos sin ningún tipo de idea sobre la gestión publica. El único elemento que los motivaba en el ejercicio de la función publica, era el sentimiento aniquilador contra el peronismo, sus dirigentes, sus militantes y todo lo que pudiera significar una representación ideológica a su modelo. Como si todos hubiésemos realizado un viaje en el tiempo hacia 1955, la dirigencia macrista se proponía los mismos objetivos de aquellos golpistas. Pretendían refundar el país y destruir al peronismo y sus dirigentes, simplemente negando el pasado y obligando al pueblo a olvidar a quienes le dieron un poco de dignidad. Pobres ingenuos! Si tan sólo hubiesen leído un poco de historia, no habrían malgastado su tiempo.
En el Mercado Central de Buenos Aires ejercieron un Gobierno autoritario y despótico, abusando del control total que tenían sobre el directorio tripartito, que tiene representación de la Nación, CABA y la Provincia de Buenos Aires, todas teñidas de amarillo por aquellos años. Apenas llegados, comenzaron la persecución ideológica a empleados, sindicalistas y empresarios que eran señalados y estigmatizados por su pertenencia política. Pero la avanzada no se limitó solo contra las personas. También se propusieron destruir todos los significantes simbólicos del Kirchnerismo y avanzaron contra todo tipo de monumento, placa o busto que lo recuerde.
Así, una tarde de abril de 2016 llegaron al auditorio central, donde todavía colgaba una gran placa que le daba el nombre de “Presidente Néstor Carlos Kirchner”. Era el ultimo bastión y se proponían quitar la placa, hacerla desaparecer y listo, historia olvidada! Nunca más “los negros” volverían a gobernar la Argentina. Ante la triste e impotente mirada de los compañeros y compañeras, lograron bajar la placa, pero era tan tarde que no se la pudieron llevar y decidieron esconderla para trasladarla al otro día a su olvido definitivo. Terminaba la jornada laboral y todos regresaban a sus hogares con la tristeza de saber que esa “bajada de placa”, representaba la perdida de derechos de millones de argentinos. Pero el compañero Alejandro Rocco, Secretario General de UPCN Mercado Central, decidió quedarse oculto en su oficina hasta que ya no hubiera nadie en el edificio. No faltaba mucho, la noche estaba próxima, y cuando finalmente se quedó solo, emprendió la búsqueda de la placa. De tanto andar la encontró apilada en el subsuelo, como quien descarta un ropero viejo. Sin dudarlo decidió rescatar la placa y llevarla a su oficina para esconderla de la mejor manera posible y aguardar allí, el amanecer del nuevo día.
Al otro día los secuaces llegaron para concluir su obra cargada de rencor. No salían de su asombro al descubrir que la placa no estaba donde la habían ocultado y comenzó la feroz cacería para saber donde estaba y quién la tenía. Pasaron varios meses y no podían dar con la placa. Sin embargo, Alejandro sabía que era cuestión de tiempo para que la encontraran y le pidió ayuda a otro compañero para sacarla del edificio. Sabían que solos no iban a poder y se pusieron en contacto con el Instituto Patria. El propio Oscar Parrilli tomo cartas en el asunto y puso los recursos a disposición para planificar la “La Fuga”. Que pase el tiempo era una condición elemental para poder sacar la placa sin despertar sospechas, había que salir del edificio Administrativo, cruzar el puesto de seguridad y atravesar el gigantesco Mercado Central, con una placa imposible de ocultar y a la vista de cientos de cámaras de seguridad. La amenaza era grande, sobre todo en épocas donde los despidos en el Estado por cuestiones políticas eran moneda corriente, cuestión que motivó a muchos compañeros y compañeras a replegarse en sus puestos de trabajo a esperar que el tiempo pase y el macrismo caiga.
Llego una tarde de mayo del 2017 y estaban decididos a ejecutar “La Fuga”. Afuera, en el estacionamiento, aguarda una camioneta que llevaría la placa de Néstor, directo al Instituto Patria. Para sacarla decidieron envolverla con afiches de Eva, lo que sirvió de excusa para decir que iban a hacer un banner de “Evita”. Así, pasearon con la placa ante los ojos de los empleados y las autoridades del Mercado Central. Lograron cargarla y la camioneta partió al Instituto Patria donde fue recibida por Oscar Parrilli que decidió guardar la placa en su propia oficina. Jaque mate para el intento macrista de destruir la representación simbólica del legado de Néstor en el Mercado Central.
A diez años de la desaparición física de Néstor, el Peronismo del Mercado Central, liderado por Sebastián Cannone (Jefe de UDAI ANSES) y Alejandro Rocco (UPCN Mercado Central), junto a otros compañeros y compañeras, decidieron realizar un acto para restituir la placa en el auditorio central.
El homenaje se realizo el martes a las 14hs y además de los referentes mencionados, también conto con la presencia de Nahuel Levaggi, actual presidente del Mercado Central. Luego de exhibir la placa nuevamente en su lugar de origen, se proyectó el video de Néstor pronunciando el poema de Joaquín Areta “Quisiera que me recuerden”. Luego pronunciaron unas palabras de cierre Sebastián Cannone y Nahuel Levaggi. El titular de la ANSES (UDAI Mercado Central), en un discurso fuerte y emotivo expresó:
“Todos sabemos lo que sufrió nuestra patria durante los últimos 4 años… Persiguieron y encarcelaron compañeros, destruyeron conquistas históricas (…) pero lo que mas buscaban destruir, era esa semilla que había sembrado Néstor, querían destruir su legado”.
Ahí radica la importancia de esta pequeña lucha que dieron los compañeros para cuidar, proteger y restituir no solo una placa, si no también un legado. Más importante que el objeto en sí, es la representación simbólica que tiene. Representación que invita a luchar cada día de nuestras vidas, por una patria más libre, justa y soberana!
(*) Licenciado en Ciencia Política UBA. Opinión Publica y Comunicación Política FLACSO



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