El fallido virtual, la caravana y la necesidad de peronizar la gestión

El fracaso de la virtualidad política, explotó en una colosal caravana donde concluyeron diversos sentimientos, pero la lectura política es una sola.

Por Leandro Mijaloski (*)

Un nuevo aniversario del día de la lealtad peronista no pasó desapercibido para el análisis político, no fue un día más dentro del folklore Peronista.

El pasado 17 de octubre concluyeron numerosos factores que terminaron en la explosión de una caravana peronista, que puede ser interpretada con cierto paralelismo con aquella manifestación popular del 17 de octubre de 1945. En ambos casos el pueblo explotó para defender sus derechos y conquistas. Por aquel entonces, la inmensa manifestación popular exigía la liberación de su líder, de aquel que le había hecho soñar a los desposeídos, con la dignidad y los derechos del pueblo trabajador. Un sueño prohibido que nunca sería perdonado por la oligarquía Argentina y que en los años posteriores intentaría ser borrado, numerosas veces, del inconsciente colectivo argentino.

Intentos ingenuos que continúan hasta la actualidad y que no se han cansado de fallar en su cometido.  Si serán de ingenuos, que creyeron que colapsando la página web del acto virtual del día de la lealtad, dejarían sin la posibilidad de expresarse a un pueblo peronista que se encontraba contenido como olla a presión. El ataque a la web fue la obstrucción del orificio de escape y la caravana, la lógica explosión de un pueblo que necesitaba expresarse y devolverle al Peronismo la centralidad que le es propia en la política Argentina contemporánea. Hablamos de un pueblo contenido como olla a presión, porque se le pedía mantenerse en calma mientras veía una y otra vez la provocación opositora, la escalada de la corrida cambiaría y una política económica oficial que por acción y omisión, se aleja cada vez más de los principios económicos peronistas. A esa presión se la pretendió contener con un link de acceso para un día de la lealtad virtual, nada más alejado de la realidad y distante del sentimiento de las bases de apoyo que claman por peronizar la gestión y que den un paso al costado los que no están a la altura del momento histórico.

Aquella centralidad que le corresponde al peronismo  sólo se quedó en la incansable batalla militante para derrotar a la derecha en las elecciones del año pasado y, por circunstancias de fuerza mayor, no pudo plasmarse, hasta la fecha, en la gestión concreta de un proyecto político. Una imposibilidad que fue el producto de la interacción entre una pandemia global, que  vino a modificar los planes iniciales, y una oposición feroz que de niega a retroceder posiciones y asumir la derrota electoral del año pasado.

Los efectos de la pandemia y la beligerancia opositora, tanto de sus dirigentes cómo de su monstruoso brazo mediático, encontraron el eco perfecto en un  discurso, excesivamente,  moderado de Alberto Fernández, que no encontró su correlato político, ni mediático. Decidir no pelear, cuando tu oponente solo quiere golpearte, es en política una acción prácticamente suicida. Si algo murió con la caravana masiva del 17 de octubre, fue esa ingenua idea de que en la Argentina se puede llegar a consensos políticos, cuando en realidad existe una abierta disputa de intereses contrapuestos. Lograr el consenso político, solo puede ser posible en la medida que el programa de gobierno no afecte los intereses de los grupos privilegiados de la sociedad, y ese está claro que no sería el rol esperado para un gobierno peronista. 

La derecha  se encuentra dispuesta a la utilización de cualquier método o recurso para garantizarse no perder participación en la distribución del ingreso en la Argentina. Están dispuestos a erosionar, con el fin de voltear el Gobierno y frente a ello no hay posibilidad alguna de consenso.

En ese sentido, la caravana del sábado fue la expresión del pueblo Peronista que se constituye como no la única base de apoyo sólida del Gobierno, los que están “cuando las papas queman”, pero también los que reclaman peronizar la gestión y la política económica, terminar con la indefinición y recuperar el control cambiario, con una clara política económica peronista que deje de pensar  en el sistema financiero y pase a pensar en financiar un sistema de inclusión y desarrollo. 

La caravana le demostró al gobierno que cuenta con el apoyo  para encarar las transformaciones necesarias, que debe salir de la comodidad de la “política virtual” y darle una profunda peronizacion a la gestión.

El Presidente Alberto Fernández viene manifestando el cambio en este sentido, endureciendo su línea discursiva, enfrentando directamente al ex Presidente Macri  y recuperando una posición activa para definir la agenda cotidiana. De esta manera llegó a manifestar en el acto del día de la lealtad:

“Hoy empezamos un tiempo distinto, empezamos el tiempo de la reconstrucción de la Argentina”

Parece estar todo listo para relanzar el Gobierno, inaugurar una nueva etapa y recuperar la centralidad política del Peronismo.

“Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona.” Juan D. Perón.

(*) Politólogo UBA. Opinión Pública y Comunicación Política FLACSO.

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