El pueblo Chileno decidió dar término a la Constitución Política de 1980 aprobada durante la dictadura de Augusto Pinochet. La lucha de la ciudadanía, pero en especial los estudiantes, posibilita que el país pueda darse una nueva Carta Magna.
Por Jorge Nestor Juncal (*)
“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. Salvador Allende.
Como toda historia tiene un comienzo, fue así que en octubre del año pasado, más de un millón de chilenas y chilenos ganaron las calles por el alza del precio del Metro (subterráneo). Las manifestaciones las lideraban escolares, en su mayoría, que lejos de constituir una simple estudiantina rebelde, que evadía pagar el precio del boleto del Metro, se convertiría en el motor esperanzador del pueblo trasandino. El 18 de octubre de 2019 se produjo un estallido social de características inusuales con protestas, disturbios y saqueos, motivos suficientes para que interviniera Carabineros, fuerza policial chilena, que no tardó en actuar desproporcionadamente contra las y los estudiantes, quienes también eran apoyados en su reclamo por los adultos en las protestas. Las manifestaciones fueron reprimidas excesivamente y fuera de todo protocolo de seguridad, la utilización de bombas lacrimógenas exacerbó la violencia en las calles con estaciones del Metro incendiadas y la declaración de Estado de Emergencia por parte del Ejecutivo chileno.
El saldo luctuoso de las jornadas de protesta que se extendieron al resto del país fueron 31 muertos, 500 menores que quedaron tuertos o ciegos, parece que la orden era tirar a la cara con perdigones de goma, se denunció la presencia de un compuesto de soda caustica y gas pimienta utilizado por los camiones hidrantes para reprimir las movilizaciones, provocando graves quemaduras a los manifestantes. Pero eso no fue todo, mas de 5558 personas denunciaron violación de derechos humanos y privaciones arbitrarias de la libertad en Chile. En aquel momento, la Alta Comisionada de la ONU, la ex Presidenta chilena, Michelle Bachelet denunció, mediante un comunicado de prensa de la Oficina de Derechos Humanos de aquel organismo,
“un elevado número de violaciones de derechos humanos”, para luego agregar “Estas violaciones incluyen el uso excesivo e innecesario de la fuerza que ocasionó muertes ilícitas y heridas, torturas y malos tratos, violencia sexual y detenciones arbitrarias.”
Con la derecha política gobernando, lo que ocurriera en Chile en materia de Derechos Humanos, no era preocupación del Departamento de Estado de EEUU. El genial Julio Cortázar lo expresaba muy claramente
“Es muy importante comprender quien pone en práctica la violencia: si son los que provocan la miseria o los que luchan contra ella.”
Sin embargo, las protestas por el alza del boleto del Metro, eran solo la punta de un iceberg que afligía a la sociedad chilena. Las causas mediatas del hastío con que amanecía la sociedad chilena por aquellos días, fueron el alza del costo de vida, las bajas pensiones que brindaban las AFP, el precio elevado de los medicamentos, y la sanidad privatizada, ese modelo de país que quisieron vendernos a los argentinos como el mejor del mundo. El correlato de todo este esquema económico prebendario, fue el rechazo generalizado a toda la clase política, cualquiera fuera su origen, y el descrédito institucional acumulado por años de reclamos desatendidos e ignorados. Tras semanas de paros, movilizaciones, protestas y cabildeos de auto convocados, finalmente, el Congreso chileno acordó el 15 de noviembre poner en consideración de la ciudadanía darse una nueva Constitución Nacional.
Jornada Histórica
A pesar de los vaticinios que daban cuenta de un triunfo de la opción “Apruebo”, ningún trasandino salió de su asombro al ver los guarismos que arrojaban la jornada histórica del domingo 25 de octubre. Habiendo sido computadas el 99,85 % de las mesas escrutadas, los votos daban ganadora a la opción “Apruebo” por un 78,27 % para redactar una nueva Constitución Nacional, frente a un magro 21,73 %, que rechazaba esta idea. También arrasó la opción Convención Constitucional (79,10%) frente a la Mixta (20,90%) lo que obligará a conformar un equipo para redactarla de 155 miembros elegidos por voto popular y con paridad de género, frente a la segunda opción que buscaba incluir un 50 % de parlamentarios en ejercicio. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, en un discurso difundido por televisión y acompañado por sus ministros, una vez conocidos los resultados, se manifestaba de esta manera:
“Hoy los chilenos y chilenas han expresado libremente su voluntad a través de las urnas, eligiendo una Convención Constituyente, que por primera vez tendrá plena igualdad entre hombres y mujeres para acordar una Nueva Constitución para Chile.”
La redacción de la nueva Carta Magna, para reemplazar la Constitución de 1980 elaborada por Pinochet, quedará a cargo de una Convención Constituyente compuesta por ciudadanos y ciudadanas elegidos democráticamente y con paridad de género, que serán escogidos en una elección a realizarse el 11 de abril del 2021. Posteriormente, tendrán nueve meses para entregar la propuesta constitucional, con la posibilidad de prorrogar por otros 3 meses dicho plazo, con lo cual, Chile podría tener Carta Magna, a fines de 2021 o inicios de 2022. Dicha propuesta de Carta Magna y, habiendo transcurridos 60 días de su entrega, será sometida a un nuevo Plebiscito, que la aprobará o rechazará con voto obligatorio de la ciudadanía. Es el deseo de este comunicador que Chile haga realidad un nuevo contrato social donde se restañen las heridas del pasado y se contemple la justicia social tan postergada por décadas de neoliberalismo a ultranza. Hoy, esa oportunidad está en manos del sufrido pueblo chileno, esperemos que no sea desaprovechada.
“Sigan ustedes sabiendo que, mucho mas temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.” Salvador Allende.
(*) Abogado UM
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