Por Jorge Néstor Juncal
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Reconstrucción digital del rostro de San Martín por el artista gráfico Ramiro Ghigliazza |
San Martín y el impuesto a la riqueza: Ante la inminencia de ataques de las tropas realistas procedentes de Chile, con milicias cuyanas de tan solo 900 hombres y una economía diezmada por la afectación del comercio con Chile que había quedado en manos enemigas, San Martín decide tomar cartas en el asunto implantando una “economía de guerra” para obtener recursos y reducir gastos superfluos. Es así que, ante la falta de fondos, decidió hacerse de los impuestos y gravámenes que se destinaban por entero a Buenos Aires, para aplicarlos a los gastos de los cuyanos. En el transcurso de un año como Gobernador, estableció una “contribución extraordinaria de guerra”, una especie de impuesto que recaía sobre los mas ricos, toda una innovación para la época, ya que era frecuente gravar las operaciones comerciales que luego se trasladaban a los precios, perjudicando especialmente a los pobres.
San Martín, el primer expropiador: También expropió las propiedades de los españoles prófugos y declaró de patrimonio público, los bienes de los españoles muertos sin testar.
San Martín, y la protección del mercado interno: Por la falta de recursos en el erario público, aplicó un impuesto por el valor de un peso por barril de vino y con dos pesos, los de aguardiente que se vendieran fuera del territorio, de esa manera ingresaban fondos de las demás provincias y se protegía el mercado interno cuyano. Fiel a sus convicciones, San Martin promovió la primera ley de protección al vino cuyano frente a los que provenían de otras latitudes, especialmente de Málaga, España.
Gobernar es crear trabajo: San Martín fundó, junto a Fray Luis Beltran, la metalurgia necesaria para fabricar las armas del ejército, montando fragua y talleres donde trabajaban 700 operarios. Los desocupados fueron rápidamente empleados en tareas de blanqueo de las casas y cuidado de la ciudad. El Libertador fue pionero en redactar la primera ley nacional protectora de los derechos del peón rural, obligando a los patrones a certificar por escrito el pago en tiempo y forma de su salario. Creó canales, desagües, caminos y postas y mejoró las que había encontrado al momento de su asunción. Construyó el paseo de la Alameda, además de embellecer la ciudad de Mendoza. En relación con la producción agropecuaria, vendió tierras publicas no cultivadas para propiciar la colonización de pueblos. Organizó y reglamentó el servicio de correos y policía.
Educación para todas y todos: En lo que respecta a la Educación del Pueblo cuyano, el Padre de la Patria fundó escuelas y bibliotecas, para él era prioritario contar con un Pueblo ilustrado para llevar adelante su Plan de liberación, y así lo expresaba en la circular dirigida a los preceptores de escuelas públicas firmada el 17 de octubre de 1815: “La educación forma el espíritu de hombres. La naturaleza misma, el genio, la índole, ceden a la acción fuerte de este admirable resorte de la sociedad...Recuerde Ud. que esos tiernos renuevos dirigidos por mano maestra formarán algún día una nación culta, libre y gloriosa. El gobierno le impone el mayor esmero y vigilancia en inspirarles al patriotismo, y virtudes cívicas, haciéndoles entender en lo posible que ya no pertenecen al suelo de una colonia miserable, sino a un pueblo liberal.”
Precursor de la Salud Pública: Como todo estadista de fuste, su preocupación era la salud del Pueblo cuyano, por lo cual convirtió en masivo y democrático, el acceso a este derecho. El 17 de diciembre de 1814, cuando parecía cercano el avance de las tropas realistas procedentes de Chile, San Martin firmó un bando estableciendo la obligatoriedad de la vacunación contra la viruela enfatizando que:
Uno de los primeros cuidados del gobierno debe ser el aumento de la población y conservación de los habitantes del Hemisferio Americano para que haya brazos suficientes al cultivo de la agricultura y ejercicio de las artes y comercio, al mismo tiempo que no falten quienes presenten sus pechos al tirano que intenta oprimir los sagrados derechos de nuestra civil libertad que con gloria sostenemosEn el mismo bando también creaba una junta sanitaria integrada por médicos y ordenaba a los clérigos a actuar en calidad de enfermeros.
Causa escozor cuando desde los medios hegemónicos se organiza bajo la invocación del 170° aniversario del paso a la inmortalidad del Padre de la Patria, una movilización de minorías recalcitrantes, cuyo mascarón de proa es Juntos por el Cambio. El derecho de peticionar a las autoridades consagrado en el artículo 14 de la Constitución Nacional, nada tiene que ver con las consignas incongruentes, antidemocráticas y radicalizadas que se dieron cita el lunes, con la sola intención de causar daño a la gestión de gobierno de Alberto y Cristina. La democracia no puede hacerse eco de tamaña demostración de odio y desprecio por el prójimo, cuando es sabido que el derecho a la vida como el derecho a la salud, ineludiblemente vinculado al primero, son derechos absolutos, ya que sin vida o salud, sería imposible el ejercicio de los demás derechos constitucionales. El Padre de la Patria nos muestra cual es la actitud responsable y solidaria que debe asumirse en tiempos donde la enfermedad se cobra miles de vidas.
En 1801, cuando la epidemia de fiebre amarilla asolaba Andalucía y devastaba a su población, San Martin participó activamente en las tareas sanitarias y humanitarias ayudando, sin importarle el alto riesgo de contagio. Tan activa fue su participación, que le valió su ascenso a segundo Capitán de la segunda compañía del propio batallón de Murcia. Bien les vale al club político-mediático de derecha, echar mano a los libros de historia, tal vez aprendan algo de la ejemplar conducta ciudadana de San Martin, y finalmente, caigan en la amarga cuenta de que no les pertenece, porque siempre le ha pertenecido al Pueblo.
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