El riesgo de no tener comunicación estratégica. El caso Vicentin

Las idas y vueltas en el caso Vicentin, dejaron en evidencia un alarmarte déficit en la comunicación estratégica del Gobierno Nacional. Reformular la estrategia de comunicación asoma como un objetivo de vital importancia.

Por Leandro Mijaloski (Politólogo UBA-FLACSO)

Los dubitativos hechos acontecidos sobre el futuro de Vicentin, nos permiten reflexionar sobre el rol que ocupa la comunicación en el Gobierno Nacional. No solo podemos descubrir el lugar que se le da a la comunicación, sino que también, podemos  analizar el concepto que se tiene sobre ella. En este aspecto, existen algunas posturas frente a la comunicación, que no contribuyen  a tener una mirada clara sobre la temática.  Es así que en los últimos años, hemos visto que se creó una falsa dicotomía en el campo nacional y popular sobre el rol de la comunicación y específicamente hablando, la comunicación política en el Gobierno.  
La dicotomía a la que hacemos referencia, es la división entre  la comunicación y  la política, como si esta fuera una discusión binaria por la cual se debe optar por una o por la otra. Así las fuerzas políticas optan por una en detrimento de la otra, de acuerdo a la identificación ideológica.
La confección de planteos dicotómicos, suele ser una estrategia de simplificación de realidades complejas. Se recurre a ella como una especie de ordenador de la realidad que permite acomodar en dos cuadrantes opuestos, elementos de compleja comprensión. El conocimiento humano es finito y la realidad es infinita. De allí, la tendencia a dicotomizar la realidad como una forma económica y práctica de obtener la descripción de los fenómenos. 

Por este camino, se llega a conclusiones apresuradas como las que dicen que en el Gobierno de Macri hubo comunicación sin política y en el Gobierno de Alberto Fernández  hay política sin comunicación. Este razonamiento de modo dicotómico, es absolutamente dañino para obtener una comprensión acabada sobre la comunicación política. Peor aún, llevar a la práctica esta dicotomía entre la comunicación y la política, nos hace cometer importantes errores de carácter estratégicos, como la falta de planificación comunicacional en la toma de decisiones. Una clara muestra de ello, es convocar a una conferencia de prensa para anunciar la intervención/expropiación de una empresa, sin que el hecho se llegue a consumar y sin tener un análisis completo de la situación, las relaciones de fuerza y la posición de los actores de veto. Que un boxeador avise con que mano va a golpear, no parece ser una buena estrategia.

Siguiendo con esos planteos simplistas, muchos han atribuido el triunfo de Macri en el 2015, al uso de las redes sociales que realizó Cambiemos. A partir de esta idea, muchos de nuestros referentes políticos, se volcaron al uso masivo de las redes sociales y en muchos casos al mal uso de ellas. No alcanza solo con estar presente en las redes, sino que el análisis y la planificación del contenido compartido se vuelven sumamente importantes. Cuatro años después, atribuyen el triunfo de Alberto Fernández a la victoria de la política sobre la comunicación.  Ambos planteos son incorrectos. En el 2015 cambiemos no ganó solo con una comunicación exitosa, sino que ganó por combinar esta, con un amplio armado político  frente a la división del campo nacional y popular en numerosos frentes. En 2019 el armado político amplio fue el del “Frente de Todos” y si bien la campaña electoral no fue brillante en términos de comunicación, enfrente estaba Juntos por el Cambio que luego de 4 años de pésima gestión, había perdido la eficacia en su estrategia comunicacional. Ningún armado político sólido puede carecer de una correcta interacción entre la comunicación y la política. Allí radica el éxito de una campaña o de una gestión. 
Toda política es comunicación y toda comunicación es política. Ambos conceptos se encuentran estrictamente relacionados y confluyen  para constituir el campo de la comunicación política. 
El Gobierno de Alberto Fernández y todo el campo nacional y popular, se debe plantear necesariamente una reformulación de su política de comunicación. Esa reformulación debe incluir la ampliación conceptual, para lograr comprender la comunicación  desde una mirada más amplia. La comunicación no solo es el uso de redes sociales, herramientas digitales y encuestas. La comunicación política debe ser entendida como un elemento  fundamental, que se debe convertir en el brazo estratégico de los objetivos políticos. Es decir, que a la hora de proponerse metas políticas por alcanzar, necesitamos diseñar una política de comunicación estratégica acorde con ese objetivo. Analizar, planificar, ejecutar, evaluar y reformular es el ciclo de implementación de una política pública. Este debe estar acompañado de una correcta estrategia de comunicación que tenga por objeto lograr los fines planteados. El caso Vicentin muestra como todos estos elementos fallaron y la estrategia de comunicación estuvo ausente. Pero existen en el haber, otros antecedentes que muestran que ese ciclo no está funcionando correctamente en el Gobierno Nacional. Como por ejemplo, algunos anuncios o pasos en falso con respecto a la administración de la pandemia. Todavía recordamos el día que se expuso al Presidente a anunciar paseos recreativos y luego la medida fue rechazada por el Gobernador de Buenos Aires y el Jefe de Gobierno Porteño.

Por estos motivos, reformular el concepto de la comunicación que existe en el Gobierno y otorgarle el rol estratégico en cuanto a la toma de decisiones, resulta imperioso para obtener mejores resultados en las políticas abordadas. Estos objetivos se deben constituir, dentro del  Peronismo y de todo el campo popular, como elementos de superación en materia de comunicación Política. 
Mejorar el análisis y la planificación de una política pública y su relación con una comunicación estratégica, se constituye hoy en el elemento fundamental a reformular en el Gobierno Nacional, para mejorar cualitativamente la capacidad de gestión. 

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