PADRE MUGICA | Pasado, presente y futuro de una causa

Leandro Mijaloski (Politólogo UBA-FLACSO)

El 11 de mayo de 1974 consumaban el asesinato del Padre Carlos Mugica. Integrante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y activo militante con compromiso social en la lucha contra la desigualdad.  A 46 años de su muerte, los motivos de su lucha perduran con una vigencia  exacerbada. 

Los análisis sobre la vida, obra y muerte del Padre Carlos Mugica son abundantes, por eso resulta conveniente abordar de manera analítica, la causa que lo llevó a optar por los pobres y el estado actual de dicha causa. De ahí la importancia de comprender  el legado  del Padre Mugica.
A 46 años de su asesinato, víctima del fuego de metralla de un grupo de hombres integrantes de la denominada “Triple A” (Alianza Anticomunista Argentina), nos interrogamos sobre el devenir histórico de la motivación que poseía el párroco para dedicar su vida a la “opción por los pobres”. Obviamente que la motivación principal para el accionar del Padre Mugica radicaba en combatir la desigualdad social. Desigualdad que desde el “Movimiento de Sacerdotes para el Tercer mundo” intentaban paliar con acciones de solidaridad militante para con los pobres.
Pero el mundo del que fue contemporáneo el padre Múgica es sustancialmente distinto al que conocemos hoy en día. El modelo económico productivo ha modificado importantes variables que tienen como consecuencia, la profundización de la desigualdad social y la existencia de millones de nuevos pobres.  Durante la década de los ‘70  el mundo experimentó el ocaso del Estado de Bienestar y sus respectivas redes de protección que les ofrecían a sus ciudadanos. Combinado con esto, se suscitaron importantes modificaciones de carácter global en el sistema productivo, que multiplicaron la cantidad de excluidos y también, la acumulación de riqueza. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Consecuencia lógica de un modelo de acumulación y concentración sin precedentes que se vio beneficiado por avances tecnológicos, desregulaciones financieras, crisis de deuda recurrentes de los Estados Nacionales y Democracias constantemente tuteladas, en el marco de un nuevo orden mundial regido por una superpotencia económica y militar, los Estados Unidos. 
Desde el punto de vista de la desigualdad social, el mundo de hoy, es extremadamente más complejo del vivido por el Padre Carlos Mugica. La desigualdad y las necesidades se han multiplicado. La distancia entre los ricos y los pobres se han acrecentado. La velocidad de reproducción del capital es extrema, la intermediación financiera ha desplazado a la actividad productiva. Las industrias de mano de obra intensivas se han relocalizado en enclaves con “trabajo barato” produciendo cementerios galponeros en los países que abandonaron.  
Todos estos acontecimientos han modificado las características inherentes a la pobreza. Si en los años vividos por el Padre Mugica, la pobreza podía ser consideraba como un estatus pasajero y los pobres podían ilusionarse con posibilidades concretas de ascenso social, hoy día nada de eso ocurre. La pobreza se ha transformado en estructural, las aspiraciones de ascenso social, se han reemplazado por meros deseos de mejorar los lugares de residencia, los barrios, los asentamientos, etc. Asentamientos en lugares olvidados de las ciudades, antes considerados de paso, hoy muestran edificaciones de varios pisos, prueba más que suficiente de la transferencia intergeneracional de la pobreza.  Según las estadísticas el 96% de los niños que nacen en hogares pobres, morirán pobres y el 95% de los niños que nacen en hogares ricos, morirán ricos. La meritocracia solo es un bello argumento para justificar la riqueza. Por eso toda acción tendiente a atenuar esta problemática y brindar oportunidades a los desplazados, cobran hoy mas vigencia que en los años de lucha del Padre Mugica.
Por ello, en este  nuevo aniversario del asesinato del padre Carlos Mugica, es importante revalorizar su obra, contextualizarla en la lucha contra la desigualdad y con conciencia social, levantar las banderas de la solidaridad y la  igualdad de oportunidades como la única forma de romper la condena a la pobreza.
Que no nos confundan, el Padre Mugica no ayudaba a los pobres. El Padre Mugica luchaba contra la desigualdad. La diferencia radica en la forma de analizar y abordar el problema, los pobres no necesitan ayuda, necesitan igualdad de oportunidades.
 La muerte del Padre Carlos Mugica no fue en vano, vive en todos los que a diario luchan contra la desigualdad social.

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